Preliminar: Este texto lo difundo con autorización de la profesora Olga Vásquez (UCA) para los estudiantes de la asignatura Análisis de textos filosóficos como un modelo para el abordaje de sus textos.
I. Primer acercamiento contextual: Dedicatoria, epígrafes y nota
La
escritora y filósofa francesa Simone de Beauvoir no pierde siquiera un espacio
en el texto introductorio del libro “El
segundo sexo. Los hechos y los mitos” (1949) para ubicarnos en la
problemática que desarrollará a lo largo del texto. Desde la dedicatoria, los
epígrafes y denominada “nota”, de Beauvoir deja entrever cuál será su mapa de
redacción.
Si
bien para muchos analistas de textos, desde diversas disciplinas, el contexto
inmediato del texto lo comprenden sólo las características formales inmediatas
que acompañan el texto analizado (“cotexto” en gramática), es necesario
diversificar minuciosamente estos componentes para echar luces desde el
contexto inmediato (cotexto) hasta el contexto general del texto, lo cual nos
permitirá “echar” luces sobre el texto analizado.
Por
tal razón, la dedicatoria y los epígrafes no pueden pasar desapercibidos pues éstos
aportan elementos del contexto que nos ayudan a entender la propuesta general
de la escritora. En el caso de la dedicatoria, ésta merece una breve mención.
De Beauvoir dedica el libro que desarrollará al periodista y escritor francés
Jacques-Laurent Bost, señalado por algunos como el responsable del título de la
obra, además de amante de la propia escritora y amigo en común de su pareja de
toda la vida, el filósofo francés Jean Paul Sartre. La referencia a Bost no
señala otra clave que no sea la discusión que junto a él y seguramente Sartre
tuvo De Beauvior para concebir lo que sería “El segundo sexo”, un libro por demás polémico y provocativo, pero
rodeado de esa aura de discusión intelectual de la Francia inmediata a la
postguerra y en el que las mujeres y los movimientos feministas, renovados con
el triunfo de los aliados sobre la amenaza nazi, requerían nuevas claves
teóricas para emprender una nueva discusión sobre el papel de la mujer en ese
momento histórico. De hecho, el libro es en respuesta a una propuesta que le
hace el propio Sartre a la escritora a partir de la pregunta “¿Qué significa
ser mujer?”.
Los
epígrafes, fundamentalmente, aportan las claves generales de la redacción no
sólo del libro, sino también de la propia introducción. Detengámonos un momento
en el primer epígrafe, escrito por el filósofo y matemático griego Pitágoras de
Samos (580 a. C.–495 a. C.): “Existe un principio bueno que ha creado el orden,
la luz y el hombre, y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y
la mujer”. En el análisis crítico del discurso (Van Dijk, 1998), los productores
textuales construyen el carácter ideológico de los grupos sociales asociándolos
con otros grupos o elementos. En otras palabras, los escritores “disponen” estratégicamente
esos grupos de relación a un determinado actor social para construir su
identidad ideológica. En esa confrontación ideológica “ellos-nosotros” (que
también explotará Simone De Beauvior en el cuerpo del texto analizado) se nota
claramente contra quién y contra qué irá la escritora francesa en su libro:
contra la cultura occidental (nacida en la Grecia esplendorosa) que ha
“colocado” a la mujer en ese grupo socio-cultural de “el caos y las tinieblas”,
sometiéndolas al de “el orden y la luz” asociado desde la antigüedad al hombre.
Una
vez colocado el epígrafe de Pitágoras, en el que la mujer tenebrosa y caótica
se somete al orden y claridad del hombre dominante de la cultura occidental, de
inmediato nos propone un epígrafe del escritor y filósofo francés François
Poulain de la Barre (1647-1723) uno de los precursores de los movimientos de
hombres pro-feministas. Dice de la Barre: “Todo lo escrito sobre las mujeres
por los hombres debe ser sometido a sospecha, ya que son a la vez juez y parte”.
No cabe duda que De Beauvoir, en la colocación comparativa de ambos epígrafes,
ya comienza a desarrollar su estrategia argumentativa general, el aparato
retórico que funcionará cabalmente a lo largo del texto.
El
resultado argumentativo nos señala que a pesar de que nuestra cultura
occidental ha asociado a la mujer al caos y la oscuridad y por esa razón ha
tenido que someterse por siglos al hombre, quien detenta la capacidad del orden
y el conocimiento, toda esta construcción ha sido hecha por los propios
hombres, de los cuales, por supuesto, debemos desconfiar porque además de haber
hecho tal “orden” ha sido juez y parte y, por lo tanto, ello lo descalifica.
Sobre eso, la escritora francesa levantará su propuesta argumentativa que
transversará el resto del texto.
También
es fácil deducir, a partir de los epígrafes, el tenor filosófico que tendrá el
texto. La colocación de Pitágoras y Poulain de la Barre, como referencias
previas, además del carácter argumentativo que nos presenta en un principio,
también nos asoma qué nos espera: un diálogo de posturas filosóficas
antagónicas sobre la mujer en el mundo occidental caracterizado por la postura
dominante del hombre.
Por
último, en este primer apartado, es necesario comentar la “Nota” que coloca
Simone de Beauvoir, antes del inicio de la introducción. En análisis de textos,
desde la perspectiva pragmática, es sumamente importante las denominadas deixis
temporales, pues éstas, como elementos gramaticales que dan cuenta del tiempo,
ofrecen coordenadas necesarias para entender el contexto temporal del texto
analizado. Los analistas se esmeran en encontrar, clasificar y explicar
elementos discursivos tan simples como “ahora”, “recientemente” y sobre todo fechas,
para entender globalmente aquello que analiza.
La
escritora francesa nos ofrece, antes de la lectura, las coordenadas temporales
de redacción de su texto, para ahorrarles el trabajo a los lectores y a los
investigadores. De manera estratégica, con lo cual además demuestra su
conocimiento del arte y la técnica de la escritura, De Beauvoir nos dice que el
texto fue escrito entre 1948 y 1949 y que cuando en él utiliza deixis
temporales se refiere a ese período. Asimismo, nos explica que las referencias
que pondrá en la construcción de su trabajo serán de trabajos realizados antes
de la fecha de la publicación original del texto (1949). Esto nos ofrece una
exactitud temporal del contexto de enunciación (producción original del texto)
que facilita la comprensión a lectores e investigadores.
Como
dijimos anteriormente, año 1949, período de la postguerra, de reconstrucción
social e industrial de los Estados Unidos bajo la presidencia de Harry Truman,
pero también un año convulsionado por la partición de Alemania en dos con lo
que se funda la división cultural más evidente entre oriente y occidente y que
intensifica la denominada Guerra Fría; año en el que las tropas revolucionarias
chinas ocupan Beijing para que en octubre se proclame China como República
Popular y asuma Mao Zedong. Pero también, la época del París intelectual y muy
activo en la producción de conocimiento en ciencias sociales. En definitiva,
una intelectualidad, como la que es parte Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre
y Jacques Bost, que busca dar explicación a un mundo que en paz “relativa” no
ha dejado de convulsionarse por el reacomodo geopolítico global, y donde es
fundamental repensar a la mujer y su “sitio” en ese momento fundamental para la
historia contemporánea occidental.
Vemos
entonces como antes de comenzar la propia lectura del texto, los aportes
contextuales de los primeros elementos analizados nos brindan herramientas para
entenderlo, en definitiva, para analizarlo con propiedad.
II. Elementos de la estructura externa
Antes
de emprender la exposición del esquema básico del texto o de la organización de
su contenido es necesario, luego del brevísimo análisis de los elementos
contextuales hechos en el apartado anterior, explicar la estructura “externa”
del escrito. Llamamos estructura externa los componentes pragmáticos que
conforman el enunciado. Ya algunos los hemos asomado en el punto I de este
trabajo, pero para seguir el método de análisis pragmático-discursivo, es clave
explicar algunas características del texto como un enunciado específico que, al
tenerlas en cuenta, contribuyen también tanto a su análisis como a su
comprensión.
Por
ejemplo, es fundamental entender que el texto a analizar, como tipología
textual, es una introducción. Por lo
tanto, tiene funciones específicas en un contexto textual mayor, que es el
libro “El segundo sexo” completo.
Fundamentalmente, las introducciones, como su nombre lo indica, introducen al
lector en los temas y tópicos que se abordarán a lo largo del libro. Debemos
tener en cuenta que las diez (10) páginas que analizamos para este trabajo
presentan preliminarmente lo que se abordará en profundidad en el texto mayor,
que según diversas ediciones supera las mil páginas.
La
tipología textual “Introducción” nos brinda las claves teóricas que nos ayudará
a entender el texto mayor al que nos introduce. Siendo un reto
teórico-filosófico para la escritora, por el hecho de responder a una pregunta
esencial como ¿Qué es ser mujer?, el texto presenta diversas nociones
filosóficas de gran relevancia como Conceptualismo, Nominalismo, Alteridad,
entre otras, sin cuyo manejo será difícil emprender no sólo la lectura de la
introducción, sino fundamentalmente del libro completo.
También
forma parte de esa estructura externa un elemento pragmático fundamental como
lo es el título de la obra. Tal como analizamos brevemente los epígrafes, la
dedicatoria y la llamada “Nota”, es pertinente detenerse un segundo en el
título: “El segundo sexo. Los hechos y
los mitos”. En primer lugar, de Beauvoir coloca a la mujer en el lugar de
donde quiere sacarla. Ella, la mujer, está allí producto de aquello que
comentamos en el apartado anterior: una cultura occidental que la supedita como
producto del mal y el caos, al orden y las luces del hombre. Por ello, ese
“segundo lugar” en la escala o ranking sexual
del género humano. Asimismo, una vez más, volvemos a ver pistas de su aparato
retórico. El subtítulo nos sugiere que esa construcción “hombre” ha sido
supeditada por “hechos”, los cuales comentará, pero sobre todo “mitos”, es
decir, por historias iniciáticas pero sin un fundamento en la realidad real,
pero que a partir de ella se construye de manera legítima la historia oficial.
Así busca “desmontar” ese aparato cultural que por siglos ha sometido a la mujer.
Antes
de terminar este apartado es clave conocer el modo de organización discursiva
del texto que analizamos. Muchas veces, los malos análisis textuales sólo
abordan el contenido sin ver de qué modo estuvo dispuesto u organizado. Ello es
fundamental porque, desde el Análisis del Discurso, el modo de organización
discursiva da cuenta de la intencionalidad del productor textual, algo que en
la mayoría de los casos no está “inscrito” en los textos, pero que puede
inferirse a partir del modo en el que está redactado. Esto se refiere
básicamente a si es un texto narrativo, argumentativo, expositivo, dialogado.
La introducción del texto es argumentativa pues busca convencer, persuadir,
mover a los lectores a una postura acerca del tema.
Por
último, el lugar de la enunciación. Cuando un texto es argumentativo es
estratégico, de acuerdo a la prominencia o reconocimiento social de quien
escribe hacerlo en primera persona. Simone de Beauvoir escribe “El segundo sexo” desde la primera
persona. La escritora no se oculta o se desvanece tras el velo estratégico
también para algunos de la tercera persona. Ella asume íntegramente la
responsabilidad de lo que escribe y el desarrollo teórico-filosófico que
emprende. De hecho, de Beauvoir lo textualiza tal cual en el texto analizado:
“Si quiero definirme, estoy obligada antes que nada a declarar: “Soy mujer”
(p.3).
III. Organización del contenido. Principales ideas del texto
Una vez definidos elementos
contextuales y elementos de la estructura externa inmediata al texto,
emprendemos brevemente el esquema básico del texto. La introducción del libro
“El segundo sexo. Hechos y mitos” de Simone de Beauvoir consta de 17 párrafos
sin intertítulos, lo cual sugiere la brevedad de su extensión, pero también la
lectura breve que ello implica.
A. Párrafo I. Estado del arte sobre la cuestión. Aquí la escritora emprende un recorrido
crítico por la discusión pública en torno a la mujer y lo femenino. Se pregunta
¿Dónde están las mujeres? y ¿Qué es una mujer? Asimismo, alerta sobre el
peligro de la “feminidad” y enuncia como ha sido descrito dicho término desde
algunos paradigmas teóricos. Aquí es importante la noción desde el
conceptualismo y las ciencias sociales; algo que hará in extenso en las primeras páginas del
libro.
B. Párrafo II. La noción de la mujer como ser humano es abstracta. En este breve párrafo la filósofa echa
mano de otro paradigma: el nominalismo. Y advierte que este se queda corto
también para demostrar qué es una mujer debido a su carácter abstracto del
mismo (eterno femenino), ya que en la realidad, como en los casos referidos en
el párrafo, la noción de mujer está ligada a su situación (ser situado).
C. Párrafo III. Los hombres y las mujeres en esta situación son
diferentes. Aquí,
de Beauvoir deja claro la existencia de dos categorías de individuos
diferenciados en apariencia, la cual podría desaparecer.
D. Párrafo IV. Replantear la pregunta: ¿Qué es una mujer? Ante la imposibilidad de definir a
la mujer desde el nominalismo y la situación específica, así como dada la
evidencia de su existencia diferenciada, la escritora replantea la pregunta.
E. Párrafo V. La obligación de la mujer a identificarse ante la
no-obligación del hombre. En este extenso párrafo, la escritora francesa describe en detalle la
obligación de la mujer de identificarse como tal, ante la total ausencia de
obligación del hombre de dejar claro quién o qué es. Ello debido a la
dominación cultural occidental masculina, en la que la diferencia es ser mujer
y lo normal-invisible es ser hombre. Por tal razón, de Beauvoir arranca de la
asumisión personal de su condición de mujer, verdad de la cual “se extraerán
todas las demás afirmaciones”.
D. Párrafos VI y VII. “Ellos y nosotras”. La alteridad y la otredad en
Simone de Beauvoir.
Estos párrafos son claves para entender la propuesta teórica de la filósofa
francesa. La otredad, la alteridad y el dualismo son fundamentales para llegar
a la definición buscada de ¿Qué es ser mujer? A pesar de que los mitos
iniciáticos de la cultura son duales nunca estuvieron asociados con la dualidad
hombre-mujer. Y a pesar de ser duales, juntos conformaban un “nosotros”. La
escritora advierte que no ha sido así con la relación hombre-mujer. Ha sido una
invención humana y masculina el insistir en una distinción estática de la mujer
frente al hombre, “negativa-ella ante positivo-él”, lo cual produce su
sumisión. Aduce que una categoría domina a otra, incluso siendo ésta una
mayoría (las mujeres). Concluye que no es posible, a pesar de esa dominación una
escisión en la sociedad por sexos, a pesar de que la mujer siempre será “Lo
otro” y no parte del “Nosotros” de la sociedad en su conjunto. Aquí ronda un
término clave que es el “mitsein” que
se traduce como el ser con los otros, es decir, la construcción de nuestro ser
a partir de nuestra posición con los otros, muy vinculado a la “alteridad”.
E. Párrafo VIII. Hombres y mujeres no son iguales. A pesar de la “necesidad biológica”
y el “deseo de posteridad” del macho, éste depende de la hembra, pero no
favorece su emancipación. Simone de Beauvoir compara la relación amo-esclavo
con la de macho-hembra, para explicar porqué no ha sido posible la emancipación
de la mujer en contraste a la paulatina y lenta emancipación de los explotados.
Ello, porque los débiles siempre han sido “diferentes”, en cambio la mujer ni
siquiera se le ha reconocido su igualdad o su diferencia, en un mundo que
pertenece a los hombres y en el que ambos económicamente constituyen dos castas
distintas, lo cual imposibilita el despliegue de su otredad.
F. Párrafo IX. El comienzo de la historia. Como buena escritora crítica, la
autora se percata de que es necesaria darle un contexto histórico a sus
planteamientos y emprende desde este párrafo dicha tarea. Sin embargo, lo hace
con la esperanza de que en el año de su planteamiento, 1949, las cosas están
cambiando. “De dónde proviene que ese mundo siempre haya pertenecido a los
hombre y que solamente hoy empiecen a cambiar las cosas” (p. 6).
G. Párrafo X. Hombres: creadores de la historia. Aquí Simone de Beauvoir rescata el
segundo epígrafe del comienzo del libro, del feminista francés Poulain de la
Barre, para explicar que han sido los hombres, desde el nacimiento de la
cultura occidental (recordemos a Pitágoras), quienes han escrito una historia
que fundamenta y legitima el mundo de dominación masculina sobre la mujer.
H. Párrafo XI. Miedo a la emancipación de la mujer. Enumera la escritora los temores de
la burguesía conservadora ante los avances de las mujeres, fundamentalmente “la
competencia”. Es decir, la inminente igualdad que poco a poco logran las
mujeres no sólo en el campo económico y profesional, sino también intelectual.
I. Párrafo XII. La mujer como instrumento para la reafirmación
masculina. A partir
del párrafo anterior, Simone de Beauvoir indica que el temor a la mujer por su
inminente avance en las igualdades, ha provocado que los hombres las utilicen
como instrumento de reafirmación de su condición masculina.
J. Párrafo XIII. Mujer reclama igualdad sin igualdad. La filósofa francesa reflexiona
sobre lo complejo de exigir igualdad en una sociedad dominada culturalmente por
los hombres. Ello causa confusión en los hombres pero también en las mujeres.
Recibir igualdad de una sociedad desigual no es la meta.
K. Párrafo XIV. Desconfianza a algunos argumentos feministas. Critica la autora considerar el
problema como un “asunto de mujeres” pues lo reduce a una disputa sin diálogo o
razonamiento. Algo importante en su argumentación: el diálogo.
L. Párrafo XV. ¿Dónde está el ángel? Para la autora, tanto los hombres como las mujeres
son juez y parte en la cuestión planteada. Sin embargo y por supuesto, apuesta
por las mujeres pues son éstas las que mejor conocen la feminidad porque son
raíz y producto de ella. No obstante, hace una advertencia, como al inicio, de
la mala producción intelectual que hay sobre la cuestión y presenta el libro
como una nueva propuesta para la discusión.
LL. Párrafo XVI. Hay que tomar partido. De Beauvoir invita a las mujeres, a
pesar de la advertencia previa, a tomar partido pero desde la visión de que el
problema es sobre el ser humano en general. Por ello, plantea una perspectiva especial
que es la moral existencialista. Y aquí asoma dos temas que serán claves en el
desarrollo total del libro: la trascendencia y la inmanencia. Aquí se evidencia
la influencia de Sartre y del existencialismo en general en la propuesta de
Simone de Beauvoir y especialmente en ese libro, fundamental para el
pensamiento occidental, no sólo feminista.
M. Párrafo XVII. Vista rápida al libro. Por último y luego de planteado el
asunto fundamental desde el punto de vista filosófico existencial (trascendencia
y inmanencia) la autora nos presenta un breve panorama (como buena
introducción) de lo que será la estructura del libro y como están organizados
los temas.
IV. Significados de los términos-clave
Como
dijimos en un apartado anterior, la introducción al libro “El segundo sexo. Hechos y mitos”, escrita por la filósofa francesa
Simone de Beauvoir, nos presenta los términos filosóficos que serán clave para
entender la obra en su totalidad. A pesar de las referencias iniciales al
nominalismo, el conceptualismo, entre otros, son claves para entender este
texto específico y el libro en general, como alteridad, mitsein, existencialismo, trascendencia e inmanencia.
Lo
dividiré brevemente en dos grupos y los intentaré explicar desde el contexto de
la obra y autor.
a. Alteridad y mitsein. Históricamente no se ha respondido bien a la pregunta ¿Qué
es la mujer? Ello debido a que ésta debe identificarse como una otredad que se
despliega o que construye su esencia a partir de su relación con otros. La
alteridad no ha sido posible, según Simone de Beauvoir, pues no se ha alternado
el yo-mujer a otras posiciones para construirse en libertad y así definir su
naturaleza, porque histórica y culturalmente, el hombre ha impedido esa
posibilidad. Así el mitsein de la
mujer no se ha podido construir debido a esa dominación que ha ejercido el
hombre para impedir la posible respuesta
a la pregunta.
Cuando
Simone de Beauvoir acuñó la frase “No se nace mujer, se llega a serlo”,
sintetiza cómo la alteridad y el ejercicio de la otredad permite que se llegue
a ser mujer dado el necesario despliegue que requiere el ser ante y frente a
los otros para construir su identidad. La mujer, a pesar de haber nacido con
las condiciones biológicas que según las ciencias (“Toda mujer consiste en un
útero”) se considera “mujer” no llega a serlo por el simple hecho de haber
nacido con esas “condiciones biológicas”, sino que hace necesario ese
despliegue existencial.
b. Existencialismo, trascendencia e inmanencia.
Simone de Beauvoir convivió décadas con el filósofo francés Jean Paul Sartre.
Siempre se ha dicho que las ideas de ambos personajes en torno al existencialismo
fueron producto de largas discusiones y comentarios entre ellos. Por eso no es
difícil pensar que debido al contexto incluso inmediato, pero también cultural,
la propuesta de la escritora tenga un matiz fundamentalmente existencialista.
Para
Sartre y el existencialismo, el ser humano es tal, en cuanto y en la medida que
éste se proyecta, es decir, mientras mantiene su intención vital de trascender.
No trascender es vivir en la inmanencia, en la no historia, en la no situación.
Simone de Beauvoir quiere que la mujer determine su identidad, ese mitsein necesario para su liberación, en
la medida que asuma el carácter trascendental de su existencia y salga de la
inmanencia en la que la ha tenido dominada el hombre históricamente.
La
emancipación definitiva de la mujer sólo será posible, no sólo por el
reconocimiento de una igualdad con el hombre, sino por el despliegue definitivo
de su ser a partir de conocer su existencia trascendental. Sólo así la mujer
saldrá de esas tinieblas a la que ha sido sometida desde la antigua Grecia.
V. ¿Qué quiso comunicar Simone de Beauvoir? ¿Cómo lo hizo?
Luego
de comentados los términos claves a partir de su contexto, es poco lo que se
puede sumar a la pregunta sobre qué quiso comunicar esencialmente Simone de
Beauvoir en la introducción de su libro.
Fundamentalmente,
quiso ubicar a los lectores en el estado de la cuestión en torno a la discusión
intelectual y filosófica sobre el estatuto existencial de la mujer. Así que
mostró los temas que serían tratados en el libro y asomó los conceptos básicos
que largamente trataría en el cuerpo del texto.
Lo
importante es la forma cómo lo hizo. Sólo una escritora de su tamaño hace
posible el diseño de un texto con una estructura retórica-argumentativa que
posibilita la persuasión de sus lectores para que éstos adopten las posturas
que ella propone. Por tal razón, este texto ha sido fundamental, como hemos
dicho, para el pensamiento filosófico contemporáneo.
La
escritora echa mano a estrategias argumentativas fundamentales como la
comparación, el contraste, el relato histórico, la hipertextualidad, que
permiten el cumplimiento de su propósito.
Por
último, ratificar la intención de la introducción y el texto en general, la
mujer sólo posibilitará su liberación o emancipación definitiva, cuando asuma
el carácter trascendental de su existencia. Desde una perspectiva retórica,
resulta efectivo que luego de 15 párrafos de desarrollo argumentativos desde
perspectivas históricas y filosófica, concluya lógicamente son esa propuesta.
VI. Comentario personal
Este
breve análisis, sumado al realizado como ejercicio en clases sobre el texto “El voto femenino y la lucha de clases”
de Rosa Luxemburg, me han permitido entender mejor la lucha de los movimientos
feministas.
Luxemburg me enseñó que la lucha por las reivindicaciones de las
mujeres no es un asunto sólo de ellas, sino también de toda la clase obrera o,
en términos más actuales, de todos los explotados del sistema capitalista
global, pues la opresión que se ejerce sobre las mujeres es sólo una de las
manifestaciones de dominación del sistema.
Ahora
Simone de Beauvoir me ha enseñado que las mujeres, pero también todo aquel que
sea víctima de la opresión de cualquier hegemonía política o económica, sólo
podrá emanciparse de manera definitiva en la medida que sea consciente de que
es imperativo asumir ese carácter trascendental de su existencia que hablé en
el apartado anterior.
Desde
mi horizonte de interpretación, que es el Análisis del Discurso, ha sido
fundamental ver y comprobar las posibilidades que me brinda esta disciplina
para la comprensión y la interpretación de textos filosóficos. Hasta ahora sólo
la había utilizado para otras tipologías textuales o tipos de discursos, pero
ahora puedo ver mejor su utilidad para el trabajo con textos filosóficos.
En
lo personal, todavía hay un largo camino por recorrer para conciliar la
utilidad del análisis del discurso y la hermenéutica filosófica, lo cual he
decido hacer con entusiasmo y denuedo.
VI. Bibliografía
Abbagnano, N. (1960). Diccionario de
Filosofía. México: Fondo de Cultura Económica, 2010
Calsamiglia, H. y Tusón, A. (1999).
Las cosas del decir. Barcelona: Ariel
Escandell, M.V. (1996).
Introducción a la pragmática. Barcelona: Ariel, 1999
De Beauvoir, S. (1949). El segundo
sexo. Los hechos y los mitos. Buenos Aires: Siglo Veinte
Hirschberger, J. (1961). Breve
historia de la filosofía. Barcelona: Herder, 1998
Law, S. (2007). Filosofía. Buenos
Aires: Editorial El Ateneo, 2008
Müller, M. y Alois Halder (1976).
Breve diccionario de filosofía. Barcelona: Herder, 2001
Van Dijk, T. (1998). Ideología.
Barcelona: Gedisa.
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