miércoles, 28 de noviembre de 2012

El caos, las tinieblas y la mujer (Breve análisis de la Introducción del libro “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir)


Preliminar: Este texto lo difundo con autorización de la profesora Olga Vásquez (UCA) para los estudiantes de la asignatura Análisis de textos filosóficos como un modelo para el abordaje de sus textos.
 
I. Primer acercamiento contextual: Dedicatoria, epígrafes y nota

La escritora y filósofa francesa Simone de Beauvoir no pierde siquiera un espacio en el texto introductorio del libro “El segundo sexo. Los hechos y los mitos” (1949) para ubicarnos en la problemática que desarrollará a lo largo del texto. Desde la dedicatoria, los epígrafes y denominada “nota”, de Beauvoir deja entrever cuál será su mapa de redacción.


Si bien para muchos analistas de textos, desde diversas disciplinas, el contexto inmediato del texto lo comprenden sólo las características formales inmediatas que acompañan el texto analizado (“cotexto” en gramática), es necesario diversificar minuciosamente estos componentes para echar luces desde el contexto inmediato (cotexto) hasta el contexto general del texto, lo cual nos permitirá “echar” luces sobre el texto analizado.

Por tal razón, la dedicatoria y los epígrafes no pueden pasar desapercibidos pues éstos aportan elementos del contexto que nos ayudan a entender la propuesta general de la escritora. En el caso de la dedicatoria, ésta merece una breve mención. De Beauvoir dedica el libro que desarrollará al periodista y escritor francés Jacques-Laurent Bost, señalado por algunos como el responsable del título de la obra, además de amante de la propia escritora y amigo en común de su pareja de toda la vida, el filósofo francés Jean Paul Sartre. La referencia a Bost no señala otra clave que no sea la discusión que junto a él y seguramente Sartre tuvo De Beauvior para concebir lo que sería “El segundo sexo”, un libro por demás polémico y provocativo, pero rodeado de esa aura de discusión intelectual de la Francia inmediata a la postguerra y en el que las mujeres y los movimientos feministas, renovados con el triunfo de los aliados sobre la amenaza nazi, requerían nuevas claves teóricas para emprender una nueva discusión sobre el papel de la mujer en ese momento histórico. De hecho, el libro es en respuesta a una propuesta que le hace el propio Sartre a la escritora a partir de la pregunta “¿Qué significa ser mujer?”.
        
Los epígrafes, fundamentalmente, aportan las claves generales de la redacción no sólo del libro, sino también de la propia introducción. Detengámonos un momento en el primer epígrafe, escrito por el filósofo y matemático griego Pitágoras de Samos (580 a. C.–495 a. C.): “Existe un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer”. En el análisis crítico del discurso (Van Dijk, 1998), los productores textuales construyen el carácter ideológico de los grupos sociales asociándolos con otros grupos o elementos. En otras palabras, los escritores “disponen” estratégicamente esos grupos de relación a un determinado actor social para construir su identidad ideológica. En esa confrontación ideológica “ellos-nosotros” (que también explotará Simone De Beauvior en el cuerpo del texto analizado) se nota claramente contra quién y contra qué irá la escritora francesa en su libro: contra la cultura occidental (nacida en la Grecia esplendorosa) que ha “colocado” a la mujer en ese grupo socio-cultural de “el caos y las tinieblas”, sometiéndolas al de “el orden y la luz” asociado desde la antigüedad al hombre.

Una vez colocado el epígrafe de Pitágoras, en el que la mujer tenebrosa y caótica se somete al orden y claridad del hombre dominante de la cultura occidental, de inmediato nos propone un epígrafe del escritor y filósofo francés François Poulain de la Barre (1647-1723) uno de los precursores de los movimientos de hombres pro-feministas. Dice de la Barre: “Todo lo escrito sobre las mujeres por los hombres debe ser sometido a sospecha, ya que son a la vez juez y parte”. No cabe duda que De Beauvoir, en la colocación comparativa de ambos epígrafes, ya comienza a desarrollar su estrategia argumentativa general, el aparato retórico que funcionará cabalmente a lo largo del texto.

El resultado argumentativo nos señala que a pesar de que nuestra cultura occidental ha asociado a la mujer al caos y la oscuridad y por esa razón ha tenido que someterse por siglos al hombre, quien detenta la capacidad del orden y el conocimiento, toda esta construcción ha sido hecha por los propios hombres, de los cuales, por supuesto, debemos desconfiar porque además de haber hecho tal “orden” ha sido juez y parte y, por lo tanto, ello lo descalifica. Sobre eso, la escritora francesa levantará su propuesta argumentativa que transversará el resto del texto.

También es fácil deducir, a partir de los epígrafes, el tenor filosófico que tendrá el texto. La colocación de Pitágoras y Poulain de la Barre, como referencias previas, además del carácter argumentativo que nos presenta en un principio, también nos asoma qué nos espera: un diálogo de posturas filosóficas antagónicas sobre la mujer en el mundo occidental caracterizado por la postura dominante del hombre.

Por último, en este primer apartado, es necesario comentar la “Nota” que coloca Simone de Beauvoir, antes del inicio de la introducción. En análisis de textos, desde la perspectiva pragmática, es sumamente importante las denominadas deixis temporales, pues éstas, como elementos gramaticales que dan cuenta del tiempo, ofrecen coordenadas necesarias para entender el contexto temporal del texto analizado. Los analistas se esmeran en encontrar, clasificar y explicar elementos discursivos tan simples como “ahora”, “recientemente” y sobre todo fechas, para entender globalmente aquello que analiza.

La escritora francesa nos ofrece, antes de la lectura, las coordenadas temporales de redacción de su texto, para ahorrarles el trabajo a los lectores y a los investigadores. De manera estratégica, con lo cual además demuestra su conocimiento del arte y la técnica de la escritura, De Beauvoir nos dice que el texto fue escrito entre 1948 y 1949 y que cuando en él utiliza deixis temporales se refiere a ese período. Asimismo, nos explica que las referencias que pondrá en la construcción de su trabajo serán de trabajos realizados antes de la fecha de la publicación original del texto (1949). Esto nos ofrece una exactitud temporal del contexto de enunciación (producción original del texto) que facilita la comprensión a lectores e investigadores.

Como dijimos anteriormente, año 1949, período de la postguerra, de reconstrucción social e industrial de los Estados Unidos bajo la presidencia de Harry Truman, pero también un año convulsionado por la partición de Alemania en dos con lo que se funda la división cultural más evidente entre oriente y occidente y que intensifica la denominada Guerra Fría; año en el que las tropas revolucionarias chinas ocupan Beijing para que en octubre se proclame China como República Popular y asuma Mao Zedong. Pero también, la época del París intelectual y muy activo en la producción de conocimiento en ciencias sociales. En definitiva, una intelectualidad, como la que es parte Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre y Jacques Bost, que busca dar explicación a un mundo que en paz “relativa” no ha dejado de convulsionarse por el reacomodo geopolítico global, y donde es fundamental repensar a la mujer y su “sitio” en ese momento fundamental para la historia contemporánea occidental.

Vemos entonces como antes de comenzar la propia lectura del texto, los aportes contextuales de los primeros elementos analizados nos brindan herramientas para entenderlo, en definitiva, para analizarlo con propiedad.

II. Elementos de la estructura externa

Antes de emprender la exposición del esquema básico del texto o de la organización de su contenido es necesario, luego del brevísimo análisis de los elementos contextuales hechos en el apartado anterior, explicar la estructura “externa” del escrito. Llamamos estructura externa los componentes pragmáticos que conforman el enunciado. Ya algunos los hemos asomado en el punto I de este trabajo, pero para seguir el método de análisis pragmático-discursivo, es clave explicar algunas características del texto como un enunciado específico que, al tenerlas en cuenta, contribuyen también tanto a su análisis como a su comprensión.

Por ejemplo, es fundamental entender que el texto a analizar, como tipología textual, es una introducción. Por lo tanto, tiene funciones específicas en un contexto textual mayor, que es el libro “El segundo sexo” completo. Fundamentalmente, las introducciones, como su nombre lo indica, introducen al lector en los temas y tópicos que se abordarán a lo largo del libro. Debemos tener en cuenta que las diez (10) páginas que analizamos para este trabajo presentan preliminarmente lo que se abordará en profundidad en el texto mayor, que según diversas ediciones supera las mil páginas.

La tipología textual “Introducción” nos brinda las claves teóricas que nos ayudará a entender el texto mayor al que nos introduce. Siendo un reto teórico-filosófico para la escritora, por el hecho de responder a una pregunta esencial como ¿Qué es ser mujer?, el texto presenta diversas nociones filosóficas de gran relevancia como Conceptualismo, Nominalismo, Alteridad, entre otras, sin cuyo manejo será difícil emprender no sólo la lectura de la introducción, sino fundamentalmente del libro completo.

También forma parte de esa estructura externa un elemento pragmático fundamental como lo es el título de la obra. Tal como analizamos brevemente los epígrafes, la dedicatoria y la llamada “Nota”, es pertinente detenerse un segundo en el título: “El segundo sexo. Los hechos y los mitos”. En primer lugar, de Beauvoir coloca a la mujer en el lugar de donde quiere sacarla. Ella, la mujer, está allí producto de aquello que comentamos en el apartado anterior: una cultura occidental que la supedita como producto del mal y el caos, al orden y las luces del hombre. Por ello, ese “segundo lugar” en la escala o ranking sexual del género humano. Asimismo, una vez más, volvemos a ver pistas de su aparato retórico. El subtítulo nos sugiere que esa construcción “hombre” ha sido supeditada por “hechos”, los cuales comentará, pero sobre todo “mitos”, es decir, por historias iniciáticas pero sin un fundamento en la realidad real, pero que a partir de ella se construye de manera legítima la historia oficial. Así busca “desmontar” ese aparato cultural que por siglos ha sometido a la mujer.

Antes de terminar este apartado es clave conocer el modo de organización discursiva del texto que analizamos. Muchas veces, los malos análisis textuales sólo abordan el contenido sin ver de qué modo estuvo dispuesto u organizado. Ello es fundamental porque, desde el Análisis del Discurso, el modo de organización discursiva da cuenta de la intencionalidad del productor textual, algo que en la mayoría de los casos no está “inscrito” en los textos, pero que puede inferirse a partir del modo en el que está redactado. Esto se refiere básicamente a si es un texto narrativo, argumentativo, expositivo, dialogado. La introducción del texto es argumentativa pues busca convencer, persuadir, mover a los lectores a una postura acerca del tema.

Por último, el lugar de la enunciación. Cuando un texto es argumentativo es estratégico, de acuerdo a la prominencia o reconocimiento social de quien escribe hacerlo en primera persona. Simone de Beauvoir escribe “El segundo sexo” desde la primera persona. La escritora no se oculta o se desvanece tras el velo estratégico también para algunos de la tercera persona. Ella asume íntegramente la responsabilidad de lo que escribe y el desarrollo teórico-filosófico que emprende. De hecho, de Beauvoir lo textualiza tal cual en el texto analizado: “Si quiero definirme, estoy obligada antes que nada a declarar: “Soy mujer” (p.3).
        
III. Organización del contenido. Principales ideas del texto

Una vez definidos elementos contextuales y elementos de la estructura externa inmediata al texto, emprendemos brevemente el esquema básico del texto. La introducción del libro “El segundo sexo. Hechos y mitos” de Simone de Beauvoir consta de 17 párrafos sin intertítulos, lo cual sugiere la brevedad de su extensión, pero también la lectura breve que ello implica.

A. Párrafo I. Estado del arte sobre la cuestión. Aquí la escritora emprende un recorrido crítico por la discusión pública en torno a la mujer y lo femenino. Se pregunta ¿Dónde están las mujeres? y ¿Qué es una mujer? Asimismo, alerta sobre el peligro de la “feminidad” y enuncia como ha sido descrito dicho término desde algunos paradigmas teóricos. Aquí es importante la noción desde el conceptualismo y las ciencias sociales; algo que hará in extenso en las primeras páginas del libro.

B. Párrafo II. La noción de la mujer como ser humano es abstracta. En este breve párrafo la filósofa echa mano de otro paradigma: el nominalismo. Y advierte que este se queda corto también para demostrar qué es una mujer debido a su carácter abstracto del mismo (eterno femenino), ya que en la realidad, como en los casos referidos en el párrafo, la noción de mujer está ligada a su situación (ser situado).

C. Párrafo III. Los hombres y las mujeres en esta situación son diferentes. Aquí, de Beauvoir deja claro la existencia de dos categorías de individuos diferenciados en apariencia, la cual podría desaparecer.

D. Párrafo IV. Replantear la pregunta: ¿Qué es una mujer? Ante la imposibilidad de definir a la mujer desde el nominalismo y la situación específica, así como dada la evidencia de su existencia diferenciada, la escritora replantea la pregunta.

E. Párrafo V. La obligación de la mujer a identificarse ante la no-obligación del hombre. En este extenso párrafo, la escritora francesa describe en detalle la obligación de la mujer de identificarse como tal, ante la total ausencia de obligación del hombre de dejar claro quién o qué es. Ello debido a la dominación cultural occidental masculina, en la que la diferencia es ser mujer y lo normal-invisible es ser hombre. Por tal razón, de Beauvoir arranca de la asumisión personal de su condición de mujer, verdad de la cual “se extraerán todas las demás afirmaciones”.

D. Párrafos VI y VII. “Ellos y nosotras”. La alteridad y la otredad en Simone de Beauvoir. Estos párrafos son claves para entender la propuesta teórica de la filósofa francesa. La otredad, la alteridad y el dualismo son fundamentales para llegar a la definición buscada de ¿Qué es ser mujer? A pesar de que los mitos iniciáticos de la cultura son duales nunca estuvieron asociados con la dualidad hombre-mujer. Y a pesar de ser duales, juntos conformaban un “nosotros”. La escritora advierte que no ha sido así con la relación hombre-mujer. Ha sido una invención humana y masculina el insistir en una distinción estática de la mujer frente al hombre, “negativa-ella ante positivo-él”, lo cual produce su sumisión. Aduce que una categoría domina a otra, incluso siendo ésta una mayoría (las mujeres). Concluye que no es posible, a pesar de esa dominación una escisión en la sociedad por sexos, a pesar de que la mujer siempre será “Lo otro” y no parte del “Nosotros” de la sociedad en su conjunto. Aquí ronda un término clave que es el “mitsein” que se traduce como el ser con los otros, es decir, la construcción de nuestro ser a partir de nuestra posición con los otros, muy vinculado a la “alteridad”.

E. Párrafo VIII. Hombres y mujeres no son iguales. A pesar de la “necesidad biológica” y el “deseo de posteridad” del macho, éste depende de la hembra, pero no favorece su emancipación. Simone de Beauvoir compara la relación amo-esclavo con la de macho-hembra, para explicar porqué no ha sido posible la emancipación de la mujer en contraste a la paulatina y lenta emancipación de los explotados. Ello, porque los débiles siempre han sido “diferentes”, en cambio la mujer ni siquiera se le ha reconocido su igualdad o su diferencia, en un mundo que pertenece a los hombres y en el que ambos económicamente constituyen dos castas distintas, lo cual imposibilita el despliegue de su otredad.

F. Párrafo IX. El comienzo de la historia. Como buena escritora crítica, la autora se percata de que es necesaria darle un contexto histórico a sus planteamientos y emprende desde este párrafo dicha tarea. Sin embargo, lo hace con la esperanza de que en el año de su planteamiento, 1949, las cosas están cambiando. “De dónde proviene que ese mundo siempre haya pertenecido a los hombre y que solamente hoy empiecen a cambiar las cosas” (p. 6).

G. Párrafo X. Hombres: creadores de la historia. Aquí Simone de Beauvoir rescata el segundo epígrafe del comienzo del libro, del feminista francés Poulain de la Barre, para explicar que han sido los hombres, desde el nacimiento de la cultura occidental (recordemos a Pitágoras), quienes han escrito una historia que fundamenta y legitima el mundo de dominación masculina sobre la mujer.

H. Párrafo XI. Miedo a la emancipación de la mujer. Enumera la escritora los temores de la burguesía conservadora ante los avances de las mujeres, fundamentalmente “la competencia”. Es decir, la inminente igualdad que poco a poco logran las mujeres no sólo en el campo económico y profesional, sino también intelectual.

I. Párrafo XII. La mujer como instrumento para la reafirmación masculina. A partir del párrafo anterior, Simone de Beauvoir indica que el temor a la mujer por su inminente avance en las igualdades, ha provocado que los hombres las utilicen como instrumento de reafirmación de su condición masculina.

J. Párrafo XIII. Mujer reclama igualdad sin igualdad. La filósofa francesa reflexiona sobre lo complejo de exigir igualdad en una sociedad dominada culturalmente por los hombres. Ello causa confusión en los hombres pero también en las mujeres. Recibir igualdad de una sociedad desigual no es la meta.

K. Párrafo XIV. Desconfianza a algunos argumentos feministas. Critica la autora considerar el problema como un “asunto de mujeres” pues lo reduce a una disputa sin diálogo o razonamiento. Algo importante en su argumentación: el diálogo.

L. Párrafo XV. ¿Dónde está el ángel? Para la autora, tanto los hombres como las mujeres son juez y parte en la cuestión planteada. Sin embargo y por supuesto, apuesta por las mujeres pues son éstas las que mejor conocen la feminidad porque son raíz y producto de ella. No obstante, hace una advertencia, como al inicio, de la mala producción intelectual que hay sobre la cuestión y presenta el libro como una nueva propuesta para la discusión.

LL. Párrafo XVI. Hay que tomar partido. De Beauvoir invita a las mujeres, a pesar de la advertencia previa, a tomar partido pero desde la visión de que el problema es sobre el ser humano en general. Por ello, plantea una perspectiva especial que es la moral existencialista. Y aquí asoma dos temas que serán claves en el desarrollo total del libro: la trascendencia y la inmanencia. Aquí se evidencia la influencia de Sartre y del existencialismo en general en la propuesta de Simone de Beauvoir y especialmente en ese libro, fundamental para el pensamiento occidental, no sólo feminista.

M. Párrafo XVII. Vista rápida al libro. Por último y luego de planteado el asunto fundamental desde el punto de vista filosófico existencial (trascendencia y inmanencia) la autora nos presenta un breve panorama (como buena introducción) de lo que será la estructura del libro y como están organizados los temas.

IV. Significados de los términos-clave

Como dijimos en un apartado anterior, la introducción al libro “El segundo sexo. Hechos y mitos”, escrita por la filósofa francesa Simone de Beauvoir, nos presenta los términos filosóficos que serán clave para entender la obra en su totalidad. A pesar de las referencias iniciales al nominalismo, el conceptualismo, entre otros, son claves para entender este texto específico y el libro en general, como alteridad, mitsein, existencialismo, trascendencia e inmanencia.

Lo dividiré brevemente en dos grupos y los intentaré explicar desde el contexto de la obra y autor.

a. Alteridad y mitsein. Históricamente no se ha respondido bien a la pregunta ¿Qué es la mujer? Ello debido a que ésta debe identificarse como una otredad que se despliega o que construye su esencia a partir de su relación con otros. La alteridad no ha sido posible, según Simone de Beauvoir, pues no se ha alternado el yo-mujer a otras posiciones para construirse en libertad y así definir su naturaleza, porque histórica y culturalmente, el hombre ha impedido esa posibilidad. Así el mitsein de la mujer no se ha podido construir debido a esa dominación que ha ejercido el hombre para  impedir la posible respuesta a la pregunta.

Cuando Simone de Beauvoir acuñó la frase “No se nace mujer, se llega a serlo”, sintetiza cómo la alteridad y el ejercicio de la otredad permite que se llegue a ser mujer dado el necesario despliegue que requiere el ser ante y frente a los otros para construir su identidad. La mujer, a pesar de haber nacido con las condiciones biológicas que según las ciencias (“Toda mujer consiste en un útero”) se considera “mujer” no llega a serlo por el simple hecho de haber nacido con esas “condiciones biológicas”, sino que hace necesario ese despliegue existencial.

b. Existencialismo, trascendencia e inmanencia. Simone de Beauvoir convivió décadas con el filósofo francés Jean Paul Sartre. Siempre se ha dicho que las ideas de ambos personajes en torno al existencialismo fueron producto de largas discusiones y comentarios entre ellos. Por eso no es difícil pensar que debido al contexto incluso inmediato, pero también cultural, la propuesta de la escritora tenga un matiz fundamentalmente existencialista.

Para Sartre y el existencialismo, el ser humano es tal, en cuanto y en la medida que éste se proyecta, es decir, mientras mantiene su intención vital de trascender. No trascender es vivir en la inmanencia, en la no historia, en la no situación. Simone de Beauvoir quiere que la mujer determine su identidad, ese mitsein necesario para su liberación, en la medida que asuma el carácter trascendental de su existencia y salga de la inmanencia en la que la ha tenido dominada el hombre históricamente.

La emancipación definitiva de la mujer sólo será posible, no sólo por el reconocimiento de una igualdad con el hombre, sino por el despliegue definitivo de su ser a partir de conocer su existencia trascendental. Sólo así la mujer saldrá de esas tinieblas a la que ha sido sometida desde la antigua Grecia.

V. ¿Qué quiso comunicar Simone de Beauvoir? ¿Cómo lo hizo?

Luego de comentados los términos claves a partir de su contexto, es poco lo que se puede sumar a la pregunta sobre qué quiso comunicar esencialmente Simone de Beauvoir en la introducción de su libro.

Fundamentalmente, quiso ubicar a los lectores en el estado de la cuestión en torno a la discusión intelectual y filosófica sobre el estatuto existencial de la mujer. Así que mostró los temas que serían tratados en el libro y asomó los conceptos básicos que largamente trataría en el cuerpo del texto.

Lo importante es la forma cómo lo hizo. Sólo una escritora de su tamaño hace posible el diseño de un texto con una estructura retórica-argumentativa que posibilita la persuasión de sus lectores para que éstos adopten las posturas que ella propone. Por tal razón, este texto ha sido fundamental, como hemos dicho, para el pensamiento filosófico contemporáneo.

La escritora echa mano a estrategias argumentativas fundamentales como la comparación, el contraste, el relato histórico, la hipertextualidad, que permiten el cumplimiento de su propósito.

Por último, ratificar la intención de la introducción y el texto en general, la mujer sólo posibilitará su liberación o emancipación definitiva, cuando asuma el carácter trascendental de su existencia. Desde una perspectiva retórica, resulta efectivo que luego de 15 párrafos de desarrollo argumentativos desde perspectivas históricas y filosófica, concluya lógicamente son esa propuesta.

VI. Comentario personal

Este breve análisis, sumado al realizado como ejercicio en clases sobre el texto “El voto femenino y la lucha de clases” de Rosa Luxemburg, me han permitido entender mejor la lucha de los movimientos feministas. 

Luxemburg me enseñó que la lucha por las reivindicaciones de las mujeres no es un asunto sólo de ellas, sino también de toda la clase obrera o, en términos más actuales, de todos los explotados del sistema capitalista global, pues la opresión que se ejerce sobre las mujeres es sólo una de las manifestaciones de dominación del sistema.

Ahora Simone de Beauvoir me ha enseñado que las mujeres, pero también todo aquel que sea víctima de la opresión de cualquier hegemonía política o económica, sólo podrá emanciparse de manera definitiva en la medida que sea consciente de que es imperativo asumir ese carácter trascendental de su existencia que hablé en el apartado anterior.

Desde mi horizonte de interpretación, que es el Análisis del Discurso, ha sido fundamental ver y comprobar las posibilidades que me brinda esta disciplina para la comprensión y la interpretación de textos filosóficos. Hasta ahora sólo la había utilizado para otras tipologías textuales o tipos de discursos, pero ahora puedo ver mejor su utilidad para el trabajo con textos filosóficos.

En lo personal, todavía hay un largo camino por recorrer para conciliar la utilidad del análisis del discurso y la hermenéutica filosófica, lo cual he decido hacer con entusiasmo y denuedo.

VI. Bibliografía

Abbagnano, N. (1960). Diccionario de Filosofía. México: Fondo de Cultura Económica, 2010
Calsamiglia, H. y Tusón, A. (1999). Las cosas del decir. Barcelona: Ariel
Escandell, M.V. (1996). Introducción a la pragmática. Barcelona: Ariel, 1999
De Beauvoir, S. (1949). El segundo sexo. Los hechos y los mitos. Buenos Aires: Siglo Veinte
Hirschberger, J. (1961). Breve historia de la filosofía. Barcelona: Herder, 1998
Law, S. (2007). Filosofía. Buenos Aires: Editorial El Ateneo, 2008
Müller, M. y Alois Halder (1976). Breve diccionario de filosofía. Barcelona: Herder, 2001
Van Dijk, T. (1998). Ideología. Barcelona: Gedisa.