miércoles, 18 de diciembre de 2024

Lo abisal como categoría decolonial


Este brevísimo ensayo lo escribí para un seminario realizado en el Programa de Formación Avanzada en Historia de Unearte, a cargo del estimadísimo profesor Víctor González Ñáñez, titulado “Epistemologías de los pueblos de América Latina y el Caribe”, realizado entre marzo y septiembre de 2023. 

“Poco a poco, se ve cómo se forma y cristaliza en el joven antillano una actitud, 
una costumbre de pensar y de ver, que es esencialmente blanca”.
Frantz Fanon

Lo más difícil a lo que se enfrenta un profesional de la investigación en ciencias sociales, en esa inabarcable, difusa y compleja realidad que le rodea, es establecer categorías de análisis crítico que le permitan describir con un mínimo nivel de precisión la naturaleza de aquello a lo que se enfrenta como “objeto de estudio”. Esto se potencia cuando en nuestro lugar de comprensión e interpretación (periferia-sur) sólo contamos con algunas precarias, limitadas y, en muchos casos, impuestas herramientas metodológicas. 

Asomamos intencionalmente la partícula adjetiva de “impuesta” porque es obvio que el problema de nuestros procedimientos de investigación y análisis es que estos forman parte de una tradición de pensamiento que nos es ajena, es decir, provienen de un lugar de enunciación distinto y lejano al nuestro.

Se trata de un discurso, en la concepción de Michel Foucault, del cual no tenemos escapatoria y que, necesariamente, debemos darle continuidad sin posibilidad de una disrupción epistémica. Es la confrontación, que nos muestra el pensador francés, entre el deseo de romper con “lo tajante y decisivo” del discurso hegemónico, en este caso el modelo de las ciencias europeas y la Ilustración, y la imposición de su institucionalidad que te recuerda constantemente que eso es algo imposible y que esa pretensión es total y absolutamente improbable, pues “todos estamos aquí para mostrarte que el discurso está hecho en orden a las leyes, que desde hace mucho tiempo se vela por su aparición; que se le ha preparado un lugar que le honra pero que le desarma y que, si consigue algún poder, es de nosotros y únicamente de nosotros de quien lo obtiene” (Foucault, 2002: 13).

El origen del excepcionalismo estadounidense como doctrina (Una aproximación retórica-discursiva)


Este breve ensayo lo escribí para el Seminario “Dependencia Estructural en el devenir de la Venezuela Republicana (Parte 1)”, dictada por Vladimir Adrianza, período lectivo 2022-2

Sin duda alguna, no se puede reflexionar acerca de la política exterior de los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU) sin tomar en cuenta las doctrinas que la sustentan. Pero para entender dichas doctrinas y sus implicaciones en el accionar de esa nación en el escenario internacional, hay que apreciarlas en su justa dimensión. Es decir, deben pensarse críticamente, no solo en y desde el enunciado mismo o desde los términos y conceptos que la componen, lo cual sería extremadamente limitativo. Al contrario, se trata de fundamentar un constructo teórico-conceptual a partir de los contenidos pero en su situación o contextualización discursiva, en otras palabras, desde los aspectos esenciales de su exterioridad como, por ejemplo, su origen etimológico, sus usos o utilidad política, su génesis histórica y, por último, aquella constelación pragmática que la sustenta: instituciones, productores, difusores, intencionalidades, receptores potenciales, expectativas, contextos de producción y recepción, efectos perlocutivos, entre otros. La corriente historiográfica que se encarga de esos menesteres es la historia conceptual o historia de los conceptos, pero en este brevísimo texto intentaremos un abordaje desde los principios fundamentales del análisis crítico del discurso, el cual según sus categorías generales, nos permite una mirada más amplia (discursiva, por tanto) de nuestro objeto de estudio: el excepcionalismo estadounidense.

El excepcionalismo estadounidense es aquella doctrina que históricamente ha colocado a los Estados Unidos de Norteamérica, casi desde su inicio como nación independiente, como un pueblo o país que, por sus características únicas y excepcionales, de alguna forma está predestinado para estar por encima del resto de países que conforman el escenario político y militar del planeta y, por tanto, ejercer una dominio y un control sobre ellos.