jueves, 12 de febrero de 2009

Hace 25 años...


Hace 25 años yo tenía 16 y no leía tanto. Lástima. Antes de un día como hoy hace un cuarto de siglo perdí la oportunidad de conocer a fondo su literatura mientras aún estaba vivo y yo apenas era un imberbe que no sabía ni me imaginaba cuánto sufriría en el futuro por culpa de la literatura.

Eso no evitó que lo conociera a destiempo, que admirara su calidad literaria, que creyera entender que sólo yo descifraba sus códigos secretos, que soñara casi a diario que éramos grandes amigos y que de vez en cuando nos tomábamos un trago a escondidas en La Habana.

Julio Cortázar me acompaña desde que la literatura tomó un nuevo sentido para mí.

Mi homenaje perenne: haber bautizado con su nombre a mi primogénito.

Al mismo tiempo, considerarme su hijo maldito, su vástago perdido, su engendro, el heredero de todas sus penas y el admirador eterno de todas sus glorias. Entre ellas la más preciada, aún más que su indiscutible maestría narrativa: su compromiso social y político.

Saludos, Julio...