domingo, 15 de julio de 2007

Carta abierta a los profesores de la Escuela de Comunicación Social de la UCV

Envié esta carta a los colegas, profesoras y profesores de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela...

Colegas, amigas y amigos,

Desde que en la escuela se celebraron masivamente los concursos de oposición, han sido muchas y muchos las profesoras y los profesores que hemos ingresado "formalmente" a la Academia. Sin embargo, y muy lamentablemente, han sido pocos (o ninguno) los espacios de encuentro, discusión y diálogo para que nos veamos las caras y, sobre todo, demos a conocer nuestras inquietudes académicas, de investigación, en general, intelectuales. Esta situación, en el ambiente de polarización que vive nuestro país, parece haberse agudizado a tal punto que los profesores simplemente no nos conocemos.

No hay reuniones (es verdad, nadie quiere asambleas) para ver y dejarnos ver. No hay grupos de estudio, listas de discusión, encuentros periódicos, cafés. Sólo encuentros aislados que, lamentablemente, siguen alimentado esa viciada estructura universitaria de los "nichos", los departamentos, cátedras, que en nada se parecen a la situación mundial de cómo se procesa, imparte y circula el conocimiento universitario (Leer a Morin o el Manifiesto de la Transdisciplinariedad de Basarab Nicolescu: http://nicol.club.fr/ciret/espagnol/visiones.htm).

Pero no le echemos la culpa sólo a la trillada "polarización". Hay otra razón. En otras palabras, la Institucionalidad, a todos los niveles, la cual en este contexto y en pleno de su ejercicio de poder, acceso, control y supervivencia no permite o no le conviene este diálogo, tan necesario y pertinente.

Además de la polarización, no puede negarse (absolutamente todos somos víctimas de eso) que la universidad compite con los trabajos profesionales (manifiestos o no) de muchas y muchos docentes, situación que nos aleja aún más de ese encuentro necesario entre colegas. Pero, otra vez, la Institucionalidad no brinda mecanismos para vencer estas barreras.

A quien ha llegado a esta parte del texto, pensará que hablo de política. En lo absoluto. Hablo de lo académico, de la urgente visión que debemos tener del mundo desde la academia, en todo caso.

Pero no ocurre nada. No sabemos qué están leyendo nuestras y nuestros colegas, no tenemos ni idea de que está escribiendo quien firma con nosotros esa carpeta todas las mañanas, no tenemos indicios de qué está haciendo en su sabático aquel profesor o profesora que tanto admiramos, ni siquiera tenemos sospechas de qué hace aquel profesor que apurado vemos entrar a la escuela apretando con celos un fajo de documentos y libros.

Lo que propongo es que durante estas vacaciones hagamos un ejercicio, una reflexión, una auténtica búsqueda. Para que a partir del semestre que viene, a pesar de todos nuestros compromisos y apuros, podamos encontrar un espacio de encuentro (virtual o material) en el que periódicamente nos veamos las caras, nos conozcamos, nos prestemos libros, nos saquemos fotocopias unos a otros, nos ufanemos con lo hecho o con lo por hacer (que siempre es más), nos digamos qué libros estamos leyendo, qué películas nos acaban de impactar, qué "cosa" estamos escribiendo, qué nos inquieta intelectualmente, académicamente.

Por ejemplo, sé de las películas que compra impulsivamente Terenzani y Atilio, que Bernardino acaba de ganar un puesto en la nueva directiva de la Apucv, que Dulce está por ascender, que a Villarino se le celebran sus éxitos literarios, que a Eloi le fue aprobada con éxito su tesis de maestría, lo que está leyendo a escondidas Abraham sobre epistemología y metodología cualitativa, que Orlando (como yo) lucha contra una tesis de mil cabezas, que Miriam está contenta con ser la Defensora de los Lectores de Ultimas Noticias, que está por regresar Mariela Torrealba, que Juan Carlos va a viajar, que Moraima escribe febrilmente, que Wherter quiere que lo escuchemos más atentamente, que Nieto está a punto de entregar su trabajo de ascenso, que Sotillo no deja de ir un día al gimnasio, que Utrera tiene otro libro entre ceja y ceja, que Latouche quiere discutir más. Todo esto lo sé, pero como un conocimiento fragmentado, incoherente, espeso, difuso, inaprehensible, no como parte de un cuerpo único: las profesoras y los profesores de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Me imagino un día a la semana, un encuentro, una camaradería, una lectura periódica, un comentario colectivo, un nuevo tema a proponer para la discusión, un espacio, un café, una sonrisa, un correo febril, un libro, un artículo colectivo, una fiesta para celebrar la tesis o el ascenso de éste o aquél o aquélla y, por qué no, un evento, una foto en grupo...

A Roberto Bolaño sí le gustaban otros escritores... y mucho

Mi amigo Anónimo, que empieza tímidamente a asomarse en este blog, me ha dejado una buena pregunta en el post anterior: ¿Y a Bolaño le gustaba algún escritor? Pues sí. Hay un libro del escritor chileno donde confiesa (además de sus disgustos) sus gustos literarios. El texto se llama Entre paréntesis (Anagrama, 2004). Es caro (más o menos 100 mil bolívares) y se consigue en los pasillos de Ingeniería de la UCV (Antonio, El Libanés, lo tiene) y en algunas librerías de Caracas. En este excelente libro se reúnen los artículos, ensayos, discursos y notas que Bolaño produjo y publicó entre 1998 y 2003, año de su muerte.

Respondiendo a Anónimo, Bolaño habla "cosas" muy buenas de otros escritores. ¿Unos ejemplos?:

* Sobre César Aira (argentino)
"Si hay actualmente un escritor que escapa a todas las clasificaciones, ése es César Aira, argentino de Coronel Pringles, ciudad de la provincia de Buenos Aires que no tengo más remedio que aceptar como real, aunque parezca inventada por él, su hijo más ilustre, el hombre que ha escrito las palabras más lúcidas sobre la madre (un misterio verbal) y sobre el padre (una certeza geométrica)... Digamos, para empeza, que Aira ha escrito uno de los mejores cuentos que yo recuerde (Cecil Taylor)... También es autor de cuatro novelas memorables (Como me hice monja, Ema, la cautiva, El congreso de literatura y El llanto)". Página 136

* Sobre Juan Villoro
(mexicano)
"Acaba de aparecer en las librerías españolas el último libro de Juan Villoro, La casa pierde (Alfaguara), diez relatos excepcionales, con ese raro poder que tiene el escritor mexicano no para asomarse al abismo sino para permanecer en el borde del abismo, durante mucho rato, balanceándose y por lo tanto haciéndonos balancear a nosotros, sus lectores, con movimientos que surgen de la duermevela o tal vez de la lucidez extrema". Página 137

* Sobre Enrique Vila-Matas (español)
Esta es parte de una reseña sobre la aparición en las librerías de la ya célebre novela de Vila-Matas Bartleby y compañía (Anagrama, 2001): "De alguna manera este libro me recuerda otro de Vila-Matas, Para acabar con los números redondos, publicado en 1997, un libro magnífico, uno de los libros más felices que he leído y que en España pasó casi desapercibido cuando sin ninguna duda fue de lo mejor que se publicó aquel año. El aliento es el mismo. La fuerza poética es la misma. Incluso la levedad es similar". Página 287

NOTA: A mi hermano Raúl Cazal le debo la alegría de haber leído El congreso de literatura de César Aira y al propio Villoro haber leído las primeras páginas de sus Efectos personales (Anagrama, 2001). ¿Por qué las primeras páginas? Porque el escritor mexicano me lo regaló y lo dejé en el hotel. Estaba autografiado. Sin embargo, siempre recuerdo su humildad, ésa que me mostró por unos minutos, una tarde, en un congreso de filología perdido en Munich en octubre de 2001 (el único que he ido en mi vida). Aquí en Venezuela, Monte Ávila Editores publicó en 1992 su excelente libro de cuentos La alcoba dormida. Todavía se consigue en las ferias...