Colegas, amigas y amigos,
Desde que en la escuela se celebraron masivamente los concursos de oposición, han sido muchas y muchos las profesoras y los profesores que hemos ingresado "formalmente" a la Academia. Sin embargo, y muy lamentablemente, han sido pocos (o ninguno) los espacios de encuentro, discusión y diálogo para que nos veamos las caras y, sobre todo, demos a conocer nuestras inquietudes académicas, de investigación, en general, intelectuales. Esta situación, en el ambiente de polarización que vive nuestro país, parece haberse agudizado a tal punto que los profesores simplemente no nos conocemos.
No hay reuniones (es verdad, nadie quiere asambleas) para ver y dejarnos ver. No hay grupos de estudio, listas de discusión, encuentros periódicos, cafés. Sólo encuentros aislados que, lamentablemente, siguen alimentado esa viciada estructura universitaria de los "nichos", los departamentos, cátedras, que en nada se parecen a la situación mundial de cómo se procesa, imparte y circula el conocimiento universitario (Leer a Morin o el Manifiesto de la Transdisciplinariedad de Basarab Nicolescu: http://nicol.club.fr/ciret/espagnol/visiones.htm).
Pero no le echemos la culpa sólo a la trillada "polarización". Hay otra razón. En otras palabras, la Institucionalidad, a todos los niveles, la cual en este contexto y en pleno de su ejercicio de poder, acceso, control y supervivencia no permite o no le conviene este diálogo, tan necesario y pertinente.
Además de la polarización, no puede negarse (absolutamente todos somos víctimas de eso) que la universidad compite con los trabajos profesionales (manifiestos o no) de muchas y muchos docentes, situación que nos aleja aún más de ese encuentro necesario entre colegas. Pero, otra vez, la Institucionalidad no brinda mecanismos para vencer estas barreras.
A quien ha llegado a esta parte del texto, pensará que hablo de política. En lo absoluto. Hablo de lo académico, de la urgente visión que debemos tener del mundo desde la academia, en todo caso.
Pero no ocurre nada. No sabemos qué están leyendo nuestras y nuestros colegas, no tenemos ni idea de que está escribiendo quien firma con nosotros esa carpeta todas las mañanas, no tenemos indicios de qué está haciendo en su sabático aquel profesor o profesora que tanto admiramos, ni siquiera tenemos sospechas de qué hace aquel profesor que apurado vemos entrar a la escuela apretando con celos un fajo de documentos y libros.
Lo que propongo es que durante estas vacaciones hagamos un ejercicio, una reflexión, una auténtica búsqueda. Para que a partir del semestre que viene, a pesar de todos nuestros compromisos y apuros, podamos encontrar un espacio de encuentro (virtual o material) en el que periódicamente nos veamos las caras, nos conozcamos, nos prestemos libros, nos saquemos fotocopias unos a otros, nos ufanemos con lo hecho o con lo por hacer (que siempre es más), nos digamos qué libros estamos leyendo, qué películas nos acaban de impactar, qué "cosa" estamos escribiendo, qué nos inquieta intelectualmente, académicamente.
Por ejemplo, sé de las películas que compra impulsivamente Terenzani y Atilio, que Bernardino acaba de ganar un puesto en la nueva directiva de la Apucv, que Dulce está por ascender, que a Villarino se le celebran sus éxitos literarios, que a Eloi le fue aprobada con éxito su tesis de maestría, lo que está leyendo a escondidas Abraham sobre epistemología y metodología cualitativa, que Orlando (como yo) lucha contra una tesis de mil cabezas, que Miriam está contenta con ser la Defensora de los Lectores de Ultimas Noticias, que está por regresar Mariela Torrealba, que Juan Carlos va a viajar, que Moraima escribe febrilmente, que Wherter quiere que lo escuchemos más atentamente, que Nieto está a punto de entregar su trabajo de ascenso, que Sotillo no deja de ir un día al gimnasio, que Utrera tiene otro libro entre ceja y ceja, que Latouche quiere discutir más. Todo esto lo sé, pero como un conocimiento fragmentado, incoherente, espeso, difuso, inaprehensible, no como parte de un cuerpo único: las profesoras y los profesores de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Me imagino un día a la semana, un encuentro, una camaradería, una lectura periódica, un comentario colectivo, un nuevo tema a proponer para la discusión, un espacio, un café, una sonrisa, un correo febril, un libro, un artículo colectivo, una fiesta para celebrar la tesis o el ascenso de éste o aquél o aquélla y, por qué no, un evento, una foto en grupo...
1 comentario:
caramba hermano, la verdad es que después de tanto tiempo sin saber de tí, me alegra observar el estado de ánimo en el cual te encuentras. Al igual que tú, creo que alguie debería hacer algo por "agitar" esa Escuela que parece dormir e sueño de los justos.
Un abrazo de tu antiguo hermano, Johan Rodríguez Perozo
PD. Estoy revisando con interés el blog, me da mucha envidia (sana), porque es algo que he querido hacer y no he podido dedicarle el tiempo necesario. te felicito.
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