miércoles, 27 de enero de 2016

El misticismo y el estoicismo en José Martí



(En julio de 2013, como estudiante del Doctorado de Filosofía Iberoamericana de la UCA-El Salvador participé en un curso llamado “Filosofía de José Martí”, dictado por la excelente compañera, académica y reconocida investigadora Magda Arias, entonces cónsul de Cuba en el país centroamericano. Como trabajo final escribí este ensayo con mucha emocióny hoy lo divulgo con motivo del 163º Aniversario de su Natalicio. San Salvador, enero de 2016)

A mis horas soy místico, y a mis horas estoico
(José Martí)
Como todo intelectual de altísima talla, José Martí es un cúmulo de diversas corrientes, influjos y fuentes. No es extraño que todas estas características mencionadas rápidamente suenen en nuestra mente a líquido, agua, torrente, ríos y mares. Y es porque en el pensamiento del prócer cubano sus influencias intelectuales son múltiples y confluyen como varios manantiales que convergen en un mismo caudal. Sin duda, un raudoso e imponente caudal que, en el caso de este insigne nuestroamericano, cobró tal fuerza en sus escasos 42 años de vida, que con sus innumerables libros, poemas, cartas, manifiestos, proclamas, epístolas, crónicas, artículos periodísticos, anotaciones, entre otros textos, convirtió su legado en un río torrencial, casi indomable, que sigue bañando las orillas de devenir intelectual del mundo hispanoamericano y, porqué no, del planeta entero.
Hay cierto consenso en que es muy difícil, por no decir imposible, determinar una única influencia filosófica en el desarrollo temprano y maduro del pensamiento de José Martí. Eclepticismo, variedad, multiplicidad, integralidad, incluso una filosofía de relación, esto último como puede palparse en sus “Apuntes y fragmentos sobre Filosofía”, son rasgos que describen la influencia múltiple que surte la propuesta del “Martí temprano”. Sin embargo, desde un somero análisis, es posible determinar una tensión entre dos influencias que marcarán no sólo al joven Martí de Yugo y Estrella y El presidio político en Cuba, así como los apuntes para sus clases de filosofía en Guatemala ya mencionados, sino también al “Martí maduro”, consciente de cuál era su proyecto vital de emancipación americana y de la construcción de una ética para nuestra región.
Este brevísimo ensayo es una aproximación a esos dos polos en tensión o, quién sabe, en permanente diálogo, que marcan las coordenadas que se registran con más continuidad en el pensamiento de José Martí: el misticismo y el estoicismo.