miércoles, 14 de noviembre de 2007

Última entrevista a Norman Mailer

Ha muerto Norman Mailer. Les decía a unos estudiantes este lunes que en otras condiciones (tal vez, en otra escuela de comunicación, estoy seguro que en otro país), alumnas, alumnos, profesoras y profesoras estarían al menos charlando sobre ello. Incluso en algunas academias (estoy seguro de que ocurrió o está ocurriendo) se organizan foros, lecturas de sus textos o simplemente una que otra mención en una distraída clase de periodismo.

Pero aquí, nada.

Todos sabemos porqué y yo no lo voy a decir. Bueno, sí: una academia universitaria preocupada por el poder y la gloria (ambos perdidos; no robados, ni por "robar", como algunos creen) y no pendiente de lo que realmente le compete: la propia academia, el pensamiento "universal" (universalidad=universidad, ya saben), etc.

A continuación reproduzco la que atribuye el portal PrensaLibre.com como la última entrevista concedida por el creador en los años 70 (junto a Tom Wolfe) del llamado Nuevo Periodismo.

Genio y figura de Norman Mailer
En una de sus últimas entrevistas habló de Dios y Hitler

Por: Gisela Ostwald (tomado de PrensaLibre.com)

Nueva York - Pasaron varios minutos después de que sonara el timbre. Norman Mailer, anciano y franco gigante de la literatura estadounidense que falleció este fin de semana a la edad de 84 años, en agosto se tomó un largo rato para abrir la puerta, pero finalmente apareció y dio la bienvenida a sus invitados.

Mailer: pálido, delgado, frágil, una sombra de su antiguo temperamento encendido, sufría de un fallo congestivo cardíaco y murió en un hospital de Nueva York a causa de una insuficiencia renal, según confirmó su asistente editorial.

En esa oportunidad, el escritor recibió a varios periodistas alemanes en su casa de Cape Cod (Massachusetts).

Se disculpó por sus afecciones, comentando que la humedad de Cape Cod le causaba “bastantes problemas al respirar (...) Estoy teniendo ataques de lo que llaman fallo congestivo cardíaco”, comentó.

Al ver el círculo de miradas preocupadas, Mailer desvió la atención hacia una de las periodistas, que estaba embarazada, y le preguntó para cuándo se esperaba el nacimiento. El gesto parecía estar en contradicción con la imagen de macho desenfrenado que había cultivado durante toda su vida.

El problema cardíaco “no era tan serio como parecía. Es menos terrible que el asma”, afirmó, demostrando la capacidad reducida de respiración tomando aire brevemente.

Su legendaria melena leonina ahora era escasa y blanca. Pero sus intensos ojos azules centelleaban como si los años no hubieran pasado. Su voz también era fuerte. “Acérquense un poco”, urgió a los periodistas. “Mi oído es terrible”.

En la entrevista, Mailer criticó al presidente George W. Bush, por la guerra de Irak y afirmó que el país “nunca había tenido un líder que fuera tan estúpido”.

Tras toda una vida de marxismo y ateísmo, Mailer comentó que había encontrado su camino a la fe y que, en el atardecer de su vida, había llegado a creer en Dios y en el diablo.

“Mi conexión con la religión es interna y personal”, afirmó. “Creo que Dios existe porque viví durante años como ateo y tenía grandes dificultades al intentar explicarme filosóficamente cómo podíamos llegar a la existencia ex nihilo”.

Mailer no era alguien que evadiera las controversias. Se entregaba a batallas verbales, a veces físicas, con los puños en alto y la cabeza gacha, listo para pelear.

En su retrato del joven Hitler, Mailer afirmó que era hora de que Europa dejara de esconder la cabeza en la tierra y discutiera cómo había sido posible que uno de ellos hubiera ascendido hasta cometer semejantes atrocidades como el Holocausto. El continente no puede continuar tratando este asunto como un tabú.

Al expresar su pena por la muerte de Mailer, su rival literario de años, Tom Wolfe, quien junto a Mailer contribuyó a la formación del “nuevo periodismo”, declaró a la CNN que el escritor tenía un ego enorme, pero que lo exteriorizaba de manera “encantadora”.

“Norman tenía una gran personalidad. Era una fuente de energía tremenda para todo el mundo literario, era un motor, un generador. No le faltaba ego, pero hacía que todo el asunto pareciera encantador”, afirmó el escritor.

“En medio de una querella, podía atacar de una manera furiosa. Pero en persona me pareció un caballero cortés y podía ser extremadamente encantador”, recuerda Wolfe.

Mailer, ingeniero formado en Harvard, irrumpió en la escena literaria en 1948 con su obra The Naked and the Dead (Los desnudos y los muertos) , basada en sus experiencias como soldado en el sur del Océano Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial. DPA