jueves, 20 de marzo de 2008

Roberto Bolaño dejó algunos consejos para hacer cuentos


Esto lo escribió Roberto Bolaño para el Diario «El País» de Uruguay en noviembre de 2001 y luego fue editado en su libro de artículos, ensayos y discursos Entre paréntesis (Anagrama, 2005).

Como ya tengo 44 años, voy a dar algunos consejos sobre el arte de escribir cuentos...

1) Nunca abordes los cuentos de uno en uno, honestamente, uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte.

2) Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si te ves con energía suficiente, escríbelos de nueve en nueve o de quince en quince.

3) Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, pero lleva en su interior el mismo juego sucio y pegajoso de los espejos amantes.

4) Hay que leer a Quiroga, a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo, a Monterroso, a García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral.

5) Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura.

6) Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así.

7) Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡Deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautíer, ni de Nerval!

8) Bueno: lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de éste pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges.

9) La verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra.

10) Piensen en el punto número nueve. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas.

11) Libros y autores altamente recomendables: De lo Sublime del Seudo Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; La antología de Spoon River de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares de Vila-Matas.

12) Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo.

lunes, 10 de marzo de 2008

¿Por qué escribe Vila-Matas?

La lectura febril del último libro de Enrique Vila-Matas, "Exploradores del abismo" (Anagrama, 2007), hizo que me tropezara felizmente con este video en youtube.com, en el que el escritor español explica porqué escribe...



Nota: "Exploradores del abismo" constituye el regreso de Vila-Matas al cuento, por lo que luego de la lectura se hace imprescindible un post especial sobre el texto...

jueves, 6 de marzo de 2008

Diálogos 6-3-2008


-¿Dónde está la poesía?

-¡Ja! Esa es una tonta pregunta de canción de amor. De ésas pop de los 80.

-Repito: ¿Dónde está la poesía?

-Ah, ¿es un reto?

-Tómalo como quieras.

-Bueno, ¿qué te parece esto? Para mí la poesía está donde menos te lo esperas.

-¿Cómo es eso?

-En el aliento enfermo de una anciana, en la mugre acumulada en la cara de un niño de la calle, en el llanto callado de alguien que rechaza una muerte inminente, en el temblor de una mano inquieta por tomar algo que desconoce, en la oscuridad de la habitación de una niña temerosa, en el rimel regado en la mejilla de una prostituta, en la suciedad de un piso de hospital maloliente, en la sorpresa de quien se sabe descubierto, en el silencio de un instrumento musical que ya su dueño no toca, en las páginas de un libro que nadie leerá jamás, en el resplandor de un botella de licor que yace vacía en el piso, en estas palabras (para algunos estúpidas) que no llegarán a ninguna parte y que, luego de despedirnos, ambos olvidaremos, porque hay que tomar un taxi, pagar el alquiler, comprar un kilo de carne molida, pelear con la conserje, simular un saludo cordial o, peor aún, disfrazar nuestro llanto eterno con una carcajada.

-Maldito.

miércoles, 5 de marzo de 2008

"Estrella Distante" de Roberto Bolaño y Venezuela 2008: Pura Casualidad

Como siempre, bendigo que exista Internet para que los amantes de la literatura podamos armanos de instrumentos de navegación (las ganas y el insomnio sobre todo) y logremos sumergirnos en un océano que no termina de sorprendernos.

De madrugada, cuando la vigilia vence al sueño (¿será un lugar común?) me he topado con este interesante documento. Buscaba, como siempre todas estas noches, rastros de Roberto Bolaño.

Fotos, cuentos, poemas, comentarios, estaban anotados como tareas en mi libreta para ser cumplidas. Nunca se me ocurrió encontrar un microdocumental que me enseñara la relación que puede existir entre la literatura, Roberto Bolaño, los golpes de Estado en América Latina, el esquema neoliberal de liberación de precios y el engaño que se le hace (y se le hizo en Chile) a un pueblo con falsas promesas que terminan siendo una total desgracia.

La primera medida económica de la dictadura de Pinocho, luego del derrocamiento de Allende, fue la liberación de precios; algo que entusiasma bastante a algunos aquí en Venezuela, hoy en 2008. Y con la satánica finalidad de presionar para que se tome esa terrible medida de corte puramente neoliberal, han desplegado una serie de estrategias como el acaparamiento, la escasez y la especulación, tratando de aprovechar además la culpabilidad que se le atañe al gobierno por esta situación.

Fíjense entonces la relación: acaparamiento-escasez-especulación-golpe de Estado-liberación de precios-represión-muerte...

Pero, bueno. Dejemos que sea este micro lo que nos enseñe la lección...



Nota: El libro Estrella Distante está publicado por Anagrama. Aún se consiguen algunos ejemplares en VDL Books, aunque encontrar un libro de Bolaño en Venezuela es más difícil que no sé... Dígalo usted... Ah, pero gracias a Monte Ávila Editores se puede comprar por casi nada Detectives Salvajes... Corra que se acaban...

martes, 4 de marzo de 2008

Seminario de Análisis del Discurso en la UCV


El próximo semestre (2008-I), en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV), dictaré el seminario que antes impartía la profesora Dulce Yumar. Se trata de Introducción a los Estudios del Discurso.

La asignatura será los días lunes a las 5:15 pm hasta a las 7:40 pm. por ser modalidad seminario (tres horas académicas).

Podrán inscribirse los estudiantes regulares de la ECS-UCV, así como todos las alumnas y los alumnos interesados que formen parte de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV. Esto último, gracias al Programa de Cooperación Interfacultades (PCI).

La asignatura estará orientada al diseño de una investigación conducente a tesis de grado.

El estudiante deberá llevar el primer día una idea clara sobre un tema general, área de conocimiento o asunto mediático o noticioso que crea estar seguro que puede tratarse desde la perspectiva del Análisis del Discurso.

Los seminarios están diseñados para que sean aceptados únicamente 15 participantes, por lo que he solicitado a la Coordinación Académica de la Escuela la ampliación de la base de alumnas y alumnos a 20 que es lo máximo permitido. Sin embargo, para los que tengan problemas de choque de horarios o cosas por el estilo podemos llegar a un acuerdo.

También he estimado aceptar oyentes, quienes podrán participar en clases pero sus anteproyectos no podré leer a menos que los presenten (posterior a la materia) como su anteproyecto de tesis.

Intentaré por todos los medios traer invitados y diseñar ponencias multimedia.

La bibliografía ya está lista (se la envío a los interesados), así como el programa de la materia.

domingo, 2 de marzo de 2008

¿Desde cuándo no nos tomamos un café?


¿Desde cuándo no nos tomamos un café? Esta pregunta se la hice a un colega profesor y mientras él buscaba en su interior la última vez que apresurados nos tomamos un "con leche" antes de entrar a clases o salir corriendo a otra cosa, le dije: "No, Carlos, nunca nos hemos tomado un café. Una que otra vez hemos tomado juntos ese líquido milenario, pero no nos hemos sentado nunca a hablar, a conversar, con la calma y el sosiego que requiere tomarse un café. Siempre estamos apurados, siempre nos están esperando en algún sitio, estamos llegando tarde, no conseguiremos puesto de estacionamiento o nos cerrarán no sé que sitio y no podremos hacer lo que íbamos a hacer. Mi pana, jamás me he tomado un café contigo".

Esto suena a esquizofrenia urbana pero es verdad. Y más que verdadero, cierto, es patético. Sobre todo porque conozco a Carlos desde hace casi diez años, es un tipo que admiro y con quien estoy seguro que tengo tantas cosas de qué hablar como angustias intelectuales cunden en mi vida.

Y como Carlos, pienso en tantas amistades que por mi mismísima culpa y por la vertiginosidad de la vida cotidiana de esta ciudad, no comparto con ellos un café.

A estas alturas debo confesar que no me gusta el café. Pero el avezado no racional debe haber captado desde la primera línea que no se trata del café. Se trata del ritual del diálogo. Me refiero al zambullirse sin reservas en una conversa sin la incertidumbre permamente que provoca el pensar que en otro sitio algo o alguien requiere de ti, de tus huesos, de tus palabras.

Tomar café con un pana, con una persona agradable, a quien le debes tanto verbo como amistad, me lleva a otras preguntas: ¿Desde cuando no caminas por la ciudad? ¿No te acercas a ver detenidamente el polvo entre las ranuras de la acera, los carteles de las paredes, los avisos inimaginables que cuelgan en los postes? ¿Desde cuando no redescubres una calle que cruzaste cuando niño?

El carro, el vehículo, el automóvil, las "cuatro ruedas", nos han alejado de la ciudad y, lo peor, tal vez la ciudad se ha olvidado de nosotros y ni siquiera nos hemos dado cuenta de tamaña desgracia.

Por esta razón, he tomado desde hace unas semanas una decisión trascendental: no manejo. He dejado el carro para diligencias inevitables y para los fines de semana. He redescubierto el Metro y el placer de esperar el Metrobús. Me percaté también de cuán cerca está la parada de transporte de mi casa y cuántos minutos tardo caminando de un punto a otro. Además de la ganancia evidente en el ejercicio físico, el rédito más celebrado es la lectura. He vuelto a experimentar la sensación de leer en el Metro; algo que había olvidado pero que de alguna forma aún vivía en mí y que esperaba una resurrección, una vuelta. He maldecido las horas que he pasado en colas infernales, las veces que me he amargado por no encontrar puesto de estacionamiento, sin contar los choques, los sustos y otros desesperos. Me ha dado muchísimo gusto sorprenderme dos paradas después de la mía gracias a un pasaje hipnótico de un cuento de Murakami que no podía suspenderse. Y he respirado satisfecho la culminación de una página en medio de una muchedumbre que, como yo, espera o se traslada.

En fin, he vuelto. He resuelto tomar café, caminar por Caracas, tomar el Metro y leer, leer mucho. Ojalá que esta resolución dure tanto como la felicidad que experimento cada día desde hace un par de semanas.

Eso espero.