domingo, 11 de noviembre de 2007

Una lágrima en el ojo de un cronopio...


En algunas ocasiones, los ojos de cronopio brindan más dolor y angustia que alegría y poesía. Les toca traducir lo indescifrable, decodificar lo inexplicable. Lo peor es que, luego de alcanzada la hermenéutica, no encuentran un lenguaje propicio para retransmitirla o, en la mayoría de los casos, no cuentan con un auditorio de poetas, poetas de verdad, que se entusiasmen en la órbita de sus mundos compartidos y que se animen a escucharlos con sinceridad, porque también se requiere sinceridad (y mucha) para escuchar.

Las famas y las esperanzas, cada uno a su modo, ya no ordenan, ni engañan, ni bailan, ni sueñan, simplemente proyectan odio y desesperación. Unos como estratégicos y conscientes productores; otros como tristes e ignorantes consumidores. Las famas con su consabido método; las esperanzas con su ineludible e ingenua sumisión.

El país de los cronopios, las famas y las esperanzas se llena de discursos que esconden verdades; se inunda de escenarios virtuales (¿mediáticos?). Las famas quieren que las esperanzas piensen como ellos bajo un velo de engaño, pero no como ése que cantó el poeta alguna vez, sino como la seña del miedo y del poder quiere, desea, exige y desespera.

¿Lo más triste de todo? ¡Las esperanzas defienden a los famas! ¡Enarbolan sus banderas! ¡Repiten sus discursos! ¡Se ponen sus trajes invisibles! ¡Comparten sus viscosos nichos! ¡Beben de la misma cicuta!

¿Qué le queda al cronopio? Limpiar la lágrima que vierte tímidamente por culpa de la mentira velada de los famas y la estupidez hermosísima (pero en fin estúpida) de los esperanzas. Hurga en sus libros, ve películas, escribe un verso, busca las cartas de amor de su escritor favorito, escucha a Edith Piaf, piensa en las medias de huequitos, mira videos de Amy, toma una foto fuera de foco, invoca la trompeta de Armstrong y sigue la realidad desde su particular (pero propia y no impuesta) perspectiva.

Ah, y caza sonrisas...

Ésa es su única recompensa...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Rescatar a un cronopio:





“Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos”…



Un cronopio puede afligirse mucho porque para él sería horrible ver como el mundo se desplaza de golpe… No es tan fácil rescatarlo de esa tristeza mucho menos secarle las lágrimas… puedes darle una taza de té, y aún así en su pena de ver como le arrancan el mundo puede confundirte con famas y esperanzas, lo que podría resultar peor, pues agudizarías su llanto.



El cronopio no siempre se deja rescatar, lo bueno es que su facultad de cronopio le impedirá hundirse y eso te calma… lo esperas el tiempo que sea necesario y le sigues regalando sonrisas… hasta que él vuelva a brindar poesía y alegría.

Anónimo dijo...

Que cursi!

Anónimo dijo...

Ahora una de vaquero.....Sipppppp