(Escribí este trabajo en junio de 2018 para el II Diplomado de Pensamiento Emancipatorio de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) de El Salvador)
“En el medio tecnológico,
la cultura, la política y la economía,
se unen en un sistema omnipresente
que devora o rechaza todas las alternativas”
(Marcuse,
H. El hombre unidimensional, 1964)
Estamos ante una
amenaza dictatorial global como no se había visto en varias décadas. Una vez
más, el imperialismo internacional está tratando por todos los medios posibles
de recuperar la hegemonía perdida en los últimos años e intentar sobrevivir
ante los evidentes signos de decadencia del sistema económico neoliberal que ha
causado tanta desigualdad, pobreza y hambre en todo el planeta. En otras
palabras, nos encontramos ante la posibilidad real del establecimiento de un
régimen totalitario mundial cuyas armas más efectivas son, una vez más, la
amenaza de una guerra a escala internacional y el cruento y despiadado sometimiento
económico (y político) de las grandes corporaciones globales (y sus gobiernos)
sobre las naciones y pueblos del aún llamado Tercer Mundo.
Esto no es más
que la nueva materialización o la última versión, mejorada, menos sútil pero
más sofisticada, del dominio histórico que el sistema capitalista global (antes
industrial y ahora financiero) ha ejercido sobre la sociedad en su conjunto. La
invasión definitiva del espacio privado, el sometimiento de un discurso
totalitario en soporte multimediático, la imposición de una dependencia
económica en diferentes escalas y la anulación del ser humano, se manifiesta en
esta nueva fase de control tecnológico envolvente, el cual no permite al ser
humano tomar decisiones con libertad o, lo que es peor aún, vivir dignamente la
vida que se merece vivir.
Como reza el
epígrafe que antecede este texto, el medio tecnológico es el campo en el que la
cultura, la política y la economía, los tres espacios fundamentales para el
control mundial, imponen un sistema totalitario que además de anular mediante
su asimilación cualquier posibilidad de protesta libre, en última instancia impide
contundentemente las alternativas transformadoras de esa realidad que se nos
impone.