domingo, 14 de diciembre de 2008

Padura explica la importancia del periodismo para los futuros escritores...

El escritor cubano Leonardo Padura explica la importancia del ejercicio periodístico para los futuros escritores, su obra, la literatura cubana, sus próximas entregas editoriales, así como su relación con el cine...

domingo, 7 de diciembre de 2008

Escritor idealizado-No escritor


Escritor idealizado, escritor invisible;
escritor inexistente, escritor nonato.

Miedo al miedo, terror al terror;
a no existir si no en el deseo, en el vilo.

Funeral y lágrima de quien no ha vivido;
sepulcro de quien no ha muerto.

¿Quién sujetará la pluma asesina?
¿Quién levantará la sábana para mirar con horror
el rostro del cadáver?
¿Quién llamará a la policía?
¿Quién acompañará al difunto en su velatorio?

No hay mímesis
No hay diégesis
No hay retórica
No hay narratio
Mucho menos narratorio
No hay nada

Sólo miedo...

jueves, 27 de noviembre de 2008

Fantasma al estilo Kafka


Estoy vestido como Kafka. Parado frente al Hotel Lecourbe, veo mi imagen fugazmente reflejada en los cristales de un autobús. Cada vez que pasa un colectivo miro por unos segundos a un hombre que sé que soy yo pero que cada vez se parece menos a mí. Ese señor espera a Adriana, una amiga que vive aquí en París. Ese caballero lleva un sobretodo que le prestó su amigo Igor porque cinco grados de temperatura no es algo muy cómodo para un salvaje del trópico. En su cabeza porta una gorra de invierno de fieltro o gamuza, no sé, que le trajo su hermana Liliam de Rusia y viste un traje de burócrata, muy Unesco, muy Kafka, muy triste. Siguen las coincidencias y, al sentirme quien no soy y a sabiendas que a Adriana le faltan muchas estaciones del Metro para llegar, decido caminar por la Rue Lecourbe. Vestido así, es imposible no sentirse como un fantasma, vagando sin rumbo a la espera de alguien. ¿O de algo? Ese sentimiento me empujó a subir a la habitación, buscar mi cuaderno y escribir estas líneas. Tal vez así, escribiéndolo, entienda lo que está pasando.

Escrito en París el 26 de marzo de 2008.-

domingo, 2 de noviembre de 2008

Los textos son como fotos...


Para Julio y Sofía...

Hijos,

Los textos son como fotos. Incluso, creo que son mejores. Por ejemplo, si nos tomáramos una foto todas las mañanas cuando los llevo al colegio, ésta no recogería nuestras conversaciones locas y la música que siempre elegimos. Una foto no nos diría, pasados diez, quince o veinte años, el juego "loco" e íntimo que teníamos con la música en el carro.

Todas las mañanas jugamos a "quién pone la música" y cada uno tiene que sorprender a los otros dos. Sin embargo, nos perdemos en nuestros propios gustos y siempre gana Linkin´Park, (con su "In the end"), Luis Aguilé con su celebérrima versión de "Pinocho" y, por último, alguna canción de los años 80. La primera, por supuesto, de Julio, y la segunda de Sofía. No hace falta decir a quién le toca la última.

Tal vez escribo esto para que dentro de diez, quince o veinte años ustedes dos se acuerden del juego de la música que teníamos todas las mañanas camino al colegio y que nos hacía menos amarga la despedida, la fractura fraternal, la separación rutinaria de padres e hijos. Un juego que tal vez se perderá cuando ustedes estén más grandes y yo quizá lo juegue solo en mi mente para recordarlos. Un juego que tal vez cuando se asome la adolescencia, a ustedes dos les parezca estúpido. Un juego que tal vez era un anuncio de lo que es la inevitable separación de padres e hijos. La música, como en la antigüedad, era el catalizador.

Pero para eso son las fotos. Para que cuando estén grandes lean esto y se percaten la maravillosa aventura que era llevarlos todas las mañanas a la escuela y escuchar música juntos; prolongando el cariño, alargando el amor de papá y sus pequeños hijos.

Las fotos no recogen esos detalles. Por eso debemos escribir nuestros sentimientos, nuestras breves historias cotidianas, nuestras pequeñísimas experiencias que, al fin y al cabo, nos hacen lo que somos.

El lunes próximo veremos qué ponemos en el carro y les pido que dentro de diez, quince o veinte años, alguno de ustedes dos lea esta "foto-texto" y cuando nos reúnamos para alguna rutina de "papá-viejo" e "hijos-grandes", con todos los formalismos que impone el tiempo, la distancia y la historia, nos preguntemos quién de nosotros tres va a ser el primero escoger la música en el carro; y con alegría, nostalgia y tal vez miedo (de no errar en la memoria), cada quien escoja la "propia" como diez, quince o veinte años atrás. Y nos queramos igual que ahora que somos tres mocosos que se niegan a crecer...

lunes, 13 de octubre de 2008

Los equívocos de la vida



"... la vida es una sucesión equívocos que nos conducen a la verdad final, la única verdad".

Eso lo dijo Sebastián Urrutia Lacroix, un personaje de la novela Nocturno en Chile de Roberto Bolaño

sábado, 4 de octubre de 2008

¿Por qué "Con ojos de cronopio"?


En el año 2001 tuve una breve columna en el periódico Letras. Me preguntaba el director Nestor Caballero cuál sería el nombre que escogería para ese espacio. Aunque duró unas cuantas semanas (Nestor como director y, por ende, la columna) me gustó mucho la experiencia. El nombre, por supuesto, era: Con ojos de cronopio...

Aquí les coloco el texto que inaguró la columna y que explica la intención:

¿Por qué este nombre?
(O manual para comprender la irrealidad que nos rodea)

A dos señores cronopios: Manuel Guzmán y Nestor Caballero
Han pasado casi 40 años de la publicación de Historia de cronopios y famas del escritor argentino Julio Cortázar y pareciera que su ocurrente clasificación de la humanidad sigue más vigente que nunca. Por allí continúan las esperanzas, caídas de un cocotero y sin saber cómo atarse los zapatos. Por supuesto, los famas, ahora más que nunca, siguen alimentando su capacidad de ofrecer gestos generosos –pero insinceros–, cerrando sus fábricas y dando banquetes llenos de discursos fúnebres. Por último, no podían faltar los cronopios, quienes persisten en no desanimarse ante la vida, a pesar de encontrar siempre los hoteles llenos y las esperanzas llorando por las maldades de los famas. A pesar de todo, los cronopios, todavía a la hora de dormir, se dicen unos a otros: «La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad».

Sin embargo, hay cosas que aclarar. Siempre se ha creído que los cronopios son bohemios, desganados, faltos de respeto y vividores. Todo lo contrario, ellos son así porque conocen la realidad que les ha sido prohibida a las esperanzas y a los famas –los primeros por ingenuos y los segundos por excesivamente sistemáticos–. Los cronopios leen entrelíneas, ven a través de los velos y no se dejan engañar por los espejos. En otras palabras, sus ojos les han permitido vivir y estar condenados a conocer la verdadera vida, la realidad; no ésa milimétricamente construida por los famas para que las esperanzas no se desencajen y sigan aferrados a una irrealidad inventada, premeditada.

En Venezuela, no cabe duda de ello, la clasificación cortazariana es real. En tiempos de revolución, los famas hacen de las suyas, las esperanzas entristecen sin saber porqué y los cronopios observan, critican, gritan, develan, descubren, cantan sus canciones favoritas y aman a sus hijos.

Desde esta tribuna cedida por Letras, modestamente y si se puede una vez por semana, se abrirán los ojos de un cronopio para ofrecer lecturas posibles a irrealidades construidas por los famas –desde sus fábricas, banquetes, tribunas políticas, muros burocráticos, medios de comunicación, ámbitos académicos, cuotas de poder, etc.– y para alimentar la convicción de que, algún día, más de una esperanza aprenderá a amarrarse los zapatos y a decir antes de acostarse: «La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad».

Periódico Letras. Febrero de 2001

domingo, 28 de septiembre de 2008

Alocución al Pueblo de Fuente Vaqueros (Extractos) de Federico García Lorca

Gracias a Carlos Duque, poeta y periodista, encontré estas palabras de Federico García Lorca, en las que nos expresa no sólo el amor que todas y todos debemos tener por los libros, sino también el inestimable valor social de este maravilloso objeto cultural.

Aquí va:

Alocución al Pueblo de Fuente Vaqueros (Extractos)
de Federico García Lorca

[...]

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansias de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita, ¿y dónde están esos libros?

¡Libros! ¡libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir: "amor, amor", y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso, Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita, pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: "¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que alma no muera!". Tenía frío y no pedía fuego, tenía sed y no pedía agua, pedía libros, es decir horizontes, es decir escaleras para subir a la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o fría, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: "Cultura". Cultura, porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

Y no olvidéis que lo que primero de todo es la luz.

[...]

Nadie se da cuenta al tener un libro en las manos, el esfuerzo, el dolor, la vigilia, la sangre que ha costado. El libro es sin disputa la obra mayor de la humanidad. Muchas veces el pueblo está dormido como el agua de un estanque en día sin viento. Ni el más leve temblor turba la ternura blanda del agua. Las ranas duermen en el fondo y los pájaros están inmóviles en las ramas que lo circundan. Pero arrojad de pronto una piedra. Veréis una explosión de círculos concéntricos, de ondas redondas que se dilatan atropellándose unas a las otras y se estrellan contra los bordes. Veréis un estremecimiento total del agua, un bullir de ranas en todas direcciones, una inquietud por todas las orillas y hasta los pájaros que dormían en las ramas umbrosas saltan disparados en bandadas por todo el aire azul. Muchas veces un pueblo duerme como el agua de un estanque un día sin viento, y un libro o unos libros pueden estremecerlo e inquietarlo y enseñarle nuevos horizontes de superación y concordia.

¡Y cuánto esfuerzo ha costado al hombre producir un libro! ¡Y qué influencia tan grande ejercen, han ejercido y ejercerán en el mundo!

Ya lo dijo el sagacísimo Voltaire: Todo el mundo civilizado se gobierna por unos cuantos libros: La Biblia, El Corán, las obras de Confucio y de Zoroastro. Y el alma y el cuerpo, la salud y las haciendas se supeditan y dependen de aquellas grandes obras. Y yo añado: todo viene de los libros. La Revolución Francesa sale de la Enciclopedia y de los libros de Rousseau, y todos los movimientos actuales societarios comunistas y socialistas arrancan de un gran libro; del Capital, de Carlos Marx.

[...]

Y sabed desde luego que los avances sociales y las revoluciones se hacen con libros y que los hombres que las dirigen mueren muchas veces como el gran Lenin de tanto estudiar, de tanto querer abarcar con su inteligencia. Que no valen armas ni sangre si las ideas no están bien orientadas y bien digeridas en las cabezas. Y que es preciso que los pueblos lean para que aprendan no sólo el verdadero sentido de la libertad, sino el sentido actual de la comprensión mutua y de la vida.

[...]

Epígrafe


¿Por qué alguien coloca un epígrafe al inicio de un texto?

¿Un anuncio?

¿Un enigma que luego se descifrará?

¿Una pista previa?

¿Una señal premonitoria?

(anotaciones en el taller, 20/2/2008)

martes, 26 de agosto de 2008

Nuevo trabajo


Me siento bien.

Por primera vez estoy en un trabajo que me complace como nunca ningún otro. No vale, mentira... Ser profesor ha sido una experiencia emocionante y satisfactoria, la cual cada día brinda más ganas de colaborar con la formación intelectual de las y los jóvenes de la Escuela de Comunicación Social de la UCV. Pero en este momento (y por eso creo que vale la pena comentarlo en este "sitio") estoy en "algo" muy cerca a mis inquietudes más íntimas.

Desde hace unas semanas estoy colaborando en la Fundación Librerías del Sur y he conocido el esfuerzo de muchísima gente para hacer llegar el conocimiento en forma de libro a más y más personas.

Descubrí la artículación institucional de la llamada Plataforma del Libro y la Lectura del gobierno nacional y me siento cómodo y emocionado por ser parte de todo esto. En sólo días he visto el ahínco con que se trabaja en instituciones que como profesor de Lengua y Literatura veía "de lejos". Ahora conocer y trabajar con la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, el Centro Nacional del Libro, el Celarg, la Fundación Librerías del Sur y las editoriales El Perro y la Rana, Monte Ávila y la Biblioteca Ayacucho ha sido el inicio de una experiencia fascinante que bien ha merecido el abandono de las reseñas que tengo pendiente de Pedro Juan Gutiérrez y Vila-Matas que prometí en el último post.

Esto no es una excusa. Es una noticia de primera plana de mi periódico personal.

Savará.

domingo, 3 de agosto de 2008

Crítica cómplice según yo


Crítica cómplice. Así tituló Alianza Editorial el libro que recopila todas las críticas y reseñas literarias que escribió por años Mario Benedetti en diversos diarios de América Latina y España. Le llamó así para disculparse de que a fin de cuentas las "críticas" no eran tan críticas y la "reseñas" no buscaban otra cosa sino celebrar la aparición de un título importante o la fruición que sintió al leer algún texto de un amigo o colega admirado.

Así haré lo que pretendo comenzar aquí en el blog. Una crítica cómplice, cercana, sin posturas, sincera y desestresada de lo que esté leyendo en este momento.

No esperaré a terminar un libro, estudiar al autor, revisar la bibliografía sobre él (o ella ... qué machista), hacer fichas, llamar a un amigo, buscar las críticas precedentes y ensayar varios borradores antes de una versión final. Esto es un blog y se supone informal. Por lo tanto, describiré simplemente lo que ocurrió durante o después de la lectura.

Intentaré "mostrar" lo que me "hizo" la lectura del libro. Apelaré únicamente a mi experiencia previa (por eso no revisaré fuentes distintas al sentimiento y a la complicidad). Pura intuición.

¿Por qué hago esto? Porque he leído libros últimamente que me han impactado y enseñado, pero no he escrito sobre ellos precisamente por el estrés de querer hacer algo "especial". ¡Especial, la mierda!, diría Pedro Juan Gutiérrez, uno de los escritores que leo en este momento.

He dejado de "reseñar" (en complicidad) libros excelentes, impactantes y transformadores de Bolaño, Cercas o Vila-Matas, esperando no sé qué...

Es hora de soltar la corbata, sorber un poco de elixir demoníaco y no pararle bolas a nada. Escribir, como dice mi pana Eloi, escribir.

Bueno, iba a empezar ahora, pero como dice nuestro querido Bartebly: "Prefiero no hacerlo". Empiezo mejor mañana... Si me acuerdo.

domingo, 6 de julio de 2008

Algo más sobre Bolaño...

Me reclaman con bastante luz y estruendo que escriba más por aquí... Y sigo diciéndolo: el miedo me paraliza. El orden y el caos de la cotidianidad, mi cotidianidad, seca la tinta de mi bolígrafo, quiebra el gráfito del lápiz, enreda la cinta de la máquina de escribir (que no existe, por supuesto) y funde el cable de la computadora.

Sin embargo, poco a poco me acerco. Pero Vila-Matas y Bolaño, con sus textos (ahora leo París no se acaba nunca de Vila-Matas) me recuerdan que no estoy preparado y que no he de gastar esfuerzo en nada que no valga la pena...

Hablando de Vila-Matas, es su culpa que muchos nos sintamos una especie maligna de Montano-Bartleby, es decir, un enfermo hipocondríaco que ama la literatura pero que inevitablemente no puede leer todo lo que tiene entre manos; mucho menos escribir una línea que le agrade...

Por eso es un subterfugio, una estrategia personal, un escape, seguir "colgando" aquí cosas que no me pertenecen.

Me declaro culpable, confieso mi crimen y reincido...

Les muestro (no sé si lo hice antes) el trailer o adelanto del documental sobre Roberto Bolaño que viene por ahí y que se titula Bolaño cercano del cineasta Erik Haasnoot y que te regalan con el libro Bolaño salvaje (Candaya, 2008).

Ojalá alguna vez lo tengamos entre las manos... Como dicen por ahí: "Para que no tengas tiempo de leerlo, ingenuo..."

martes, 13 de mayo de 2008

Los medios discriminan a los pobres


No lo digo yo, lo dice una especialista en análisis crítico de los medios, además reconocida en la academia latinoamericana...

Tomado de http://www.pagina12.com.ar/diario/principal/index.html

El país

Lunes, 12 de Mayo de 2008

Entrevista con Maria Laura Pardo, especialista en analisis critico del discurso de los medios

“Un sistema de creencias discriminatorio”

A diferencia del tratamiento dispensado a otros sectores sociales, “los medios de comunicación representan a los pobres con un discurso que, a través de estrategias de jerarquización y mitigación de la información, los asocia al delito y la violencia”, explica Pardo.

Por Javier Lorca

El discurso dominante en los medios masivos genera y difunde una noción de ciudadanía excluyente, “una civilidad expulsora” basada en “un sistema de creencias discriminatorio”, señala María Laura Pardo. Profesora de Análisis de los lenguajes de los medios de comunicación (Filosofía y Letras - UBA) y directora del departamento de Lingüística del Ciafic-Conicet, Pardo investiga desde hace casi dos décadas los modos en que los medios representan a los pobres. En esta entrevista explica cómo reproducen “una construcción muy negativa de la pobreza a través de su asociación con la delincuencia, las drogas, la violencia, la locura”, mientras que los delitos de los sectores sociales más acomodados –cuando son relevados– suelen ser presentados “fuera de foco” y “casi siempre aparece algo que mitiga la responsabilidad: ‘se sospecha’ que el funcionario robó”.

–Desde la perspectiva del análisis crítico del discurso, ¿qué rol desempeñan los grandes medios de comunicación en la Argentina?

–En realidad, más bien deberíamos preguntarnos cuál es la posibilidad que tienen los medios de cumplir un rol ante la concentración monopólica de la propiedad de los medios. En esa situación, es muy difícil que existan medios o un periodismo realmente independientes... Dentro del análisis crítico del discurso hay dos vertientes. Para una, los medios no están para entretener ni para educar, sino para informar. Para la otra perspectiva, lo que hacen los medios es reproducir el discurso dominante. Los estudios de caso que hemos realizado nos demuestran que no se puede hablar de un rol único y específico de los medios para todas las épocas sociales. Va cambiando a través de los años. Por ejemplo, en la Argentina fue muy diferente el rol que cumplieron los medios en la época de reconstrucción de la democracia y el que cumplieron durante el menemismo. En la defensa de los derechos humanos en determinado momento, en el impulso a causas judiciales que sin su intervención nunca se hubieran resuelto, los medios y el periodismo han ocupado espacios que la política había dejado vacíos. Pero también ha habido muchos otros casos de matrimonios nefastos entre periodismo y poder político, donde los medios han colaborado a mantener un discurso dominante.. Es muy difícil generalizar y señalar un ideal sobre el rol de los medios, porque todo es diversidad y adaptación, pero lo central debería ser que respeten los valores de una sociedad democrática y los derechos humanos, entendidos en un sentido abarcador.

–¿Qué concepto de civilidad o ciudadanía construyen los medios masivos?

–Hay que distinguir entre los medios. No es lo mismo la televisión, la radio o la prensa gráfica, si bien existen fuertes monopolios y, por lo tanto, corrientes ideológicas comunes. Sobre todo en la TV y en la prensa hay una construcción muy negativa de la pobreza a través de su asociación con la delincuencia, las drogas, la violencia, la locura. En la medida en que hay una construcción tan nefasta de una parte de la sociedad, la civilidad resultante aparece dividida en un nosotros/ellos. En lugar de ser una noción de civilidad contenedora, se produce una civilidad expulsora. Están, por un lado, los que pertenecen y, por otro, los excluidos. En este conjunto tan amplio de la pobreza excluida entran desde el indigente que vive en la calle, en condiciones de extrema precariedad, hasta una familia que vive en una villa, los nuevos pobres y clases medias bajas. Es un rango de gente que es tratada como si no tuviera derechos. Se produce como una “minorización” de esas personas, son tratadas como si no fuesen adultas, como si fuesen incómodas o molestas o peligrosas para la sociedad. Todo esto va construyendo una civilidad donde hay personas que disfrutan de una cantidad de derechos en virtud de que muchas otras no pueden disfrutarlos. Un sistema de creencias que tiene muy poco que ver con la democracia.

–¿En relación con qué ideas es representada la pobreza en el discurso mediático?

–La pobreza aparece ligada a la delincuencia, el alcohol, la droga, la violencia familiar. No vemos la violencia o las drogas en una familia de clase alta, donde por supuesto existen también, sino, por ejemplo, en un programa como Policías en acción, vemos estos problemas en una villa. Siempre se presenta una disociación entre el delito de guante blanco y el delito pobre. Cuando el delito lo comete una persona rica, no es delito, tiene otro nombre, se lo puede llamar “corrupción”. En ese caso, la persona es caracterizada como “rara” o “exótica”. En cambio, si es un pobre, es definido directamente como “delincuente”, “chorro”, “loco”. Esto está muy estereotipado en los medios masivos. Y hay cierta responsabilidad que trasciende al periodismo y que tiene que ver más con lo humano, con plantearse qué está haciendo uno con su trabajo, qué conexiones está vehiculizando a través de lo que hace. También es cierto que hay un gran control en la estructura de los medios y que las exigencias del mercado, del rating, desvirtúan las funciones del periodismo y de los medios.

–¿Con qué estrategias discursivas se construyen estas asociaciones entre pobreza y delito?

–Hay muchos modos. Hay modos de jerarquizar la información que ponen el foco en la relación entre el pobre y la delincuencia o las drogas y quitan el foco de otros tipos de problemáticas muy semejantes, pero que involucran a otras clases sociales. También hay un uso importante de la fragmentación de la imagen, que hace que los discursos aparezcan cortados y, por lo tanto, jerarquizada de otro modo la información. Ahora se usa mucho en la TV el subtitulado, como si no pudiéramos entender lo que se dice: aparece alguien que habla y, si es pobre, se lo subtitula en blanco, si es policía en amarillo, si es la edición aparece en un recuadro. Estos ejemplos son de la TV, donde los procedimientos son más notorios, pero ocurre lo mismo en la prensa gráfica. En los textos escritos aparecen cantidad de estrategias en el uso del lenguaje para ocultar o mitigar información, o para poner en foco y enfatizar información. No es lo mismo decir “hubo un asalto hoy en la calle tal”, que decir “en el barrio de emergencia tal nuevamente se cometió un ilícito, en una villa donde los vecinos ya están cansados de los robos”. Es decir, se contextualiza de un modo que va ligando unos y otros fenómenos. En las lenguas romances, la atención se concentra en la última parte de la emisión, que es lo que queda en foco. Desde ese punto de vista, no es lo mismo decir “Juan dijo que mañana va a llevar a los chicos al colegio”, que decir “mañana va a llevar los chicos al colegio, dijo Juan”. Desde la lógica, las dos emisiones son iguales, sin embargo son distintas para quien las escucha o lee. En el primer caso, el foco está en “mañana va a llevar los chicos al colegio”, mientras que en el segundo está en foco “dijo Juan”. Entonces, en el discurso de los medios es muy común que la referencia al pobre aparezca en foco. Si siempre se relaciona a los pobres con los delincuentes en la posición final, se está reforzando un mensaje determinado.

–¿Cómo contrasta el discurso de los medios sobre los pobres con el que asignan a otros sectores sociales y otras formas del delito?

–En los delitos de corrupción, por ejemplo, los funcionarios involucrados son tratados de una forma muy diferente a los pobres. Al pequeño ladrón se lo denomina “maleante”, pero al funcionario que cometió un delito mucho más grave, siempre que se lo menciona se le conserva el título o cargo. Hay como un cierto acuerdo entre los medios y la sociedad en ese sentido. A los funcionarios corruptos casi nunca se los caracteriza, no se dice “el estafador” como sí se dice “el malviviente” si se trata de un pobre. Sus acciones suelen aparecer fuera de foco y casi siempre aparece algo que mitiga la responsabilidad: “se sospecha” que el funcionario robó, mientras que en otros casos, sin importar si hay constancias o no, se califica como “drogadicto” a una persona pobre. Se construye un estereotipo muy rápidamente porque funciona un marco conceptual claro: si es un chico pobre, es ladrón o drogadicto; si es un funcionario, hay que ver. Estas construcciones muestran una sociedad con una doble moral que se revela en lo que se dice, en los discursos de los medios que transmiten un sistema de creencias discriminatorio.

–¿Cómo se relacionan estos fenómenos con lo que en sus trabajos denomina la estetización del dolor y la pobreza?

–Hace no tantos años era algo excepcional ver a una persona pobre en la televisión. Y no es una casualidad del destino que hoy haya tantos programas donde se pueda ver y oír a los pobres contar sus historias de vida. Es un fenómeno propio de la posmodernidad: como diría Guy Debord, hay una espectacularización en la cual uno no es si no está al menos 30 segundos en un programa de televisión, donde sentirse socialmente reconocido, no excluido. La pobreza se ha convertido en un objeto estético, al igual que el terror. De la misma manera, se ha producido una estetización de la memoria, un culto que va más allá de la memoria histórica: en los espacios vacíos de la historia oficial aparecen una sucesión de fragmentos de una historia mayor de la comunidad, desde Cromañón hasta la AMIA. La filosofía nihilista de la posmodernidad se corresponde con la ausencia de proyectos colectivos. En la medida en que la vida no tiene más sentido que el presente, se produce un vacío que genera angustia y que lleva a que cada proyecto particular haga su culto a la memoria, a la muerte, a una idea de la heroicidad relacionada con vivir lo cotidiano. Cuando el hombre llega a una situación donde sólo lo efímero interesa, donde lo privado no tiene validez si no se hace público –de ahí los blogs y fotoblogs–, se produce una estetización, no en el sentido de producir algo bello, sino en el de objetivar algo que colocamos afuera y lo podemos observar. Por eso, hoy es estético que los extranjeros puedan hacer un tour de la pobreza, es cool ver cómo las personas viven en la miseria.

jueves, 1 de mayo de 2008

Juan Villoro es pesimista frente al trabajo de los medios (no lo culpo)

Contador incansable de historias y ganador de premios literarios importantes como
El Herralde y Antonin Artaud, Villoro ha escrito en todo tipo de medios, chicos y grandes, sin menospreciarlos, y ha logrado ya en el periodismo escrito un espacio respetable.

Tomado de Quehacer politico (http://www.quehacerpolitico.com.mx/revista.php)

Con una carrera prácticamente como escritor, Juan Villoro también ha sabido alternar sus tiempos en el periodismo, donde ha encontrado un espacio para escribir de problemas sociales, política y cuestiones futboleras, y ahora le cuenta a QUEHACER POLÍTICO su experiencia en los medios.

La lengua española como tesoro

De su infancia, Juan recuerda poco contacto con la literatura, pero sí con libros de historia y filosofía de su padre, Luis Villoro, “muy ajenos a los temas infantiles”. Incluso le llegó a preguntar a su papá en qué trabajaba y éste respondía que “investigaba el sentido de la vida” y eso le parecía muy abstracto porque “hubiera deseado que fuera abogado, médico, bombero, policía, algo concreto”.

Fuera de eso no le contaban cuentos, salvo algunas veces, su papá hacía una adaptación improvisada de La Ilíada o La Odisea y se la relataba. Más tarde, cuando sus padres se divorciaron, Juan se quedó con su madre, y sin las historias de su padre.

A finales de la secundaria y a punto de entrar a la preparatoria, un conocido suyo, a quien tampoco le gustaba leer, le recomendó De perfil, de José Agustín, con el que se identificó e “hice una lectura en espejo, sentí que formaba parte de mi vida” y por primera vez en su universo, el cual consideraba “común, banal y poco importante”, tenía la posibilidad de ser escritor.

Explica que pese a no haber tenido lecturas previas de su agrado, sus padres le dieron un amplio vocabulario. Estudió en el Colegio Alemán, donde todo se estudiaba en ese idioma, salvo la clase de español que “se convirtió en una lengua reprimida, casi clandestina y minoritaria”, aprender el alemán, sin ayuda y a lo largo de nueve años, era un reto.

Por esos tiempos, era aficionado de las crónicas deportivas de Ángel Fernández; en él encontraba una reinvención del futbol, de metáforas e historias cautivadoras. También se nutría de aquellas contadas por su abuela materna, quien siendo yucateca lo alimentaba de todo tipo de narraciones que le ayudarían en su vocación literaria.

Todo lo anterior se amalgamó “y me convertí en un escritor incultísimo porque había leído un libro por gusto y ya quería escribir otro”. Con esa idea se inscribió en el taller de cuento de Miguel Donoso Pareja, en el décimo piso de la torre de rectoría de la UNAM, donde se impartían otros dos: El de novela de Roberto Bolaño, y otro con Juan Bañuelos, de poesía.

Donoso Pareja “era un escritor ecuatoriano que vivió en México, era aventurero, había sido guerrillero maoísta, marino, se había casado no sé cuantas veces, tenía una personalidad colorida y aparte era un grandísimo maestro; él me tomó cuando yo tenía 15 años, me interrogó cuántos cuentos había escrito, dije que dos, en realidad era uno, y me puse a escribir inmediatamente otro para poder llevárselo”, recuerda Villoro.

El primer cuento, Los hijos de Aída, había ganado el segundo lugar del concurso de la revista Punto de partida, con el cual se sentía respaldado, y el segundo “era horroroso porque estaba interesado, y lo sigo estando, en la política. Creía de manera romántica que al hacer una denuncia literaria, la vida de sindicatos, obreros y desposeídos cambiaría, y quería hacer algo comprometido, pero era muy panfletario”. Donoso, entonces, expresó que debía distinguir entre el arte y la propaganda, pues el primero “tenía otras reglas, y fue mi primera enseñanza”.

Nunca pensó que pudiera ser periodista porque lo más cercano, la crónica realizada por Ángel Fernández, le parecía algo abrumador, cautivador y “jamás pensé en poder imitarlo; yo estaba hipnotizado por su talento, sin darme cuenta memorizaba y hasta la fecha me sé narraciones, descripciones y momentos que él cristalizó. Yo estaba ante un mago” al que admiraba y no pensaba estar a su altura.

De esa admiración obtendría dos regalos: El primero le hacía asociar el futbol con la palabra y su afición, y el segundo “me descubrió a la vocación por la narración, sin que me diera cuenta, porque él narraba historias extraordinarias de un partido aburridísimo y lo convertía en la guerra de Troya, y no pensé que fuera literatura porque no lo sabía”.

Tarde, pero seguro

Su entrada al mundo periodístico fue tardía porque Villoro es esencialmente escritor, aunque evoca que a los 14 años, en la secundaria, hacía un periódico con mimeógrafo llamado La tropa loca, el cual era un éxito porque trataba de los chismes de su salón “y me daba cierto poder porque a todo el mundo le interesaba quedar bien para esa sección; hacíamos 40 números y se vendían todos a 35 centavos el ejemplar”.

Como Juan iba a clases de guitarra al edificio Aristos, una tarde lo encontró en llamas y se quedó como tres horas entre los curiosos, “eso me cautivó y escribí un reportaje para La tropa loca”; sería su primer texto de no ficción “que me apartó de la nota de chismes y me alejó, digamos, de la vertiente de Pati Chapoy y me acercó por primera vez a un periodismo de reportaje, pero fue un ejercicio escolar”.

Pasados los años escribió para Punto de partida y en otros, lugares mientras, publicaba libros, incluida La noche navegable de cuentos, y Sergio Pitol, quien dirigía la revista La escena de Bellas Artes, le pidió una semblanza de Augusto Monterroso, quien había sido su segundo profesor de literatura, y escribió una crónica, aún así pasaron como cinco años para escribir periodismo.

En realidad, Villoro buscó el periodismo porque sentía aislamiento en la literatura de ficción, aunque ya había incursionado en la radio haciendo guiones de rock para el programa El lado oscuro de la luna de Radio Educación; le había propuesto el proyecto a Jaime Nualart, en ese entonces jefe de producción y amigo suyo; “se necesitaba un programa de rock y de la contracultura vinculada a él, las letras, el contexto y otras circunstancias no conocidas por la gente.

“No había estaciones de rock comerciales, los conciertos estaban prohibidos, no venían grupos de fuera. Era 1977 y había una enorme represión después de 1968, era un fenómeno de barriada, había pocas tiendas y revistas de rock, era un desafío cultural”, el programa duraría cuatro años “y fue para mí una escuela, vivía de él”.

Finalmente le llegó la oportunidad de trabajar como agregado cultural en Berlín, Alemania, y cuando regresó, trabajó en Notimex escribiendo textos; le había invitado Alejandro Rossi, al final decidió ser colaborador, combinarlo con la literatura, y “a partir de 1986 empecé a realizar un trabajo periodístico, entrevistas o reportajes, en Tierra adentro, Laberinto, Su otro yo o en El Nacional con José Carreño Carlón, quien fue muy generoso conmigo”.

Sus maestros fueron escritores como Donoso, Monterroso, Rossi, Pitol y amigos como Guillermo Samperio, Jaime Avilés. Siendo estudiante de Sociología tenía un profesor que los instaba a estudiar o terminarían de periodistas, “a él le parecía el peor insulto de la humanidad trabajar en eso”. Periodísticamente no tuvo muchos, salvo las pláticas con Julio Scherer, quien le ha dado buenos consejos.

El algún momento fue editor de cultura en La Jornada; fue complicado porque “nunca me ha gustado decidir el talento ajeno”, pero “como me dijo Gabriel Zaid cuando entré ahí, hay que entender que un buen editor se rige más por la negatividad que por la propuesta, es más bueno por lo que rechaza que por lo que acepta”, pero se dio cuenta que debía lidiar con el protagonismo de los colaboradores.

Lo bueno es que “tengo la satisfacción de haber sacado un suplemento que me gustaba mucho”, con poco dinero; la sección la había dirigido Roger Bartra, “a quien admiro y quiero”, y los nuevos “defendimos ese proyecto; hoy en día y por desgracia se han acabado los suplementos culturales, están feos, caros, se acabó esa tradición”.

Para él, ese suplemento realizado entre 1995 y 1998 combinaba lo periodístico con la ficción desde una visión de izquierda, e incluso “le pedimos a un periodista desconocido, Ciro Gómez Leyva, hiciera reportajes sobre cómo podía ser la transición a la democracia” porque “el periodismo de calidad siempre es cultura; nos metimos en temas políticos siempre desde una perspectiva cultural”, y aunque siempre ha sido conciliador, Carmen Lira apuntaba que “debía aprender a pelearse”, aunque al final ella le apoyaba.

De Octavio Paz, un ídolo, cambios y pasiones

Los momentos para Juan en el periodismo varían; como editor tuvo colaboradores de lujo como Octavio Paz y Vicente Leñero, quienes tuvieron modestia con él; el primero una vez le envió un artículo a destiempo que debía cortarse, y lo fue a ver, le explicó eso y éste accedió. Lo malo fueron las vanidades de ciertas amistades que escribían “y se ofendían si no salían en la portada o si compartían la plana, pequeñeces del alma humana”.

La entrevista más importante fue la de Ángel Fernández: “Tuve mucha suerte, escribí por eso Safari accidental porque uno va de cacería y pasan accidentes”, y charlaron todo un día, cuando estaba vetado en Televisa y TV Azteca. Más tarde, le hicieron un homenaje y basaron un documental de su vida en la entrevista hecha por él.

Otra fue la realizada a Gabriel Vargas, y “cuando sacaron un timbre de Borola Burrón le pidieron un texto y eligió uno mío; lo escribí en una revista erótica desaparecida de tercer mundo llamada Su otro yo, y el texto se fue a Tierra adentro; he escrito en medios de la periferia porque nunca he estado establecido y lo he hecho regularmente por amor al arte”.

El error, por otro lado, fue escribir una crónica de la ciudad vista desde un helicóptero publicado en la revista Laberinto, “salió mal y me arrepiento de haberla hecho… a veces te das cuenta, sabes que no te comprometes, pero a veces, cuando lo haces, ya no te puedes echar para atrás”.

Los cambios en el medio para él deben diferenciarse porque un columnista “es más la firma que un proyecto, y es cuando ya tienes trayectoria, pero los periodistas son una cosa y los periódicos otra; el individual es muy interesante, pero el colectivo creo que está muy mal y no estamos a la altura; pienso que hay muy buenos periodistas y malos medios porque viven de su importancia política y el apoyo económico, pero no del público, la mayoría”, de ahí que “soy optimista en cuanto al trabajo de los colegas y pesimista frente a los medios”.

Sus pasiones, por otro lado, son el futbol, la música, los viajes, la comida, “estar con mi hija, regreso a Jorge Luis Borges, Vladimir Nabokov, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, Ítalo Calvino, los filmes de Luis Buñuel y mi película favorita es Ladrones de bicicletas, me gusta Jim Jarmush, Aki Kaurismaki y otros”.

Su día de trabajo, inicia temprano cuando lleva a su hija a la escuela, luego regresa a su casa y escribe para Reforma y El periódico de Catalunya, “son columnas sobre problemas de América Latina, sacaré una novela para niños de 12 y 13 años en el FCE que se llama El libro salvaje; acabo de terminar una obra de teatro que se llama Muerte parcial, y saldrá un libro de ensayos en Anagrama que se llama De eso se trata”, finaliza.

JUAN VILLORO, datos de una vida

• Nació en el DF el 24 de septiembre de 1956.
• Es sociólogo por la UAM.
• Realizó el guión de la película Vivir mata, del director Nicolás Echevarría.
• Fue director del suplemento La Jornada Semanal, ha dado cursos de creación en el INBA, la UNAM, Yale, Boston y Pompeu Fabra.
• Ha colaborado para medios como: Cambio, Nexos, Vuelta, Siempre!, Proceso y Pauta, donde fue jefe de redacción; en La Jornada, unomásuno, Diorama de la Cultura, El Gallo Ilustrado, Sábado, entre otros. Ha sido cronista en mundiales de futbol como Italia 90, Francia 98 y Alemania 2006.
• Ha sido becario del INBA y del Sistema Nacional de Creadores.
• Ganó el premio Xavier Villaurrutia en 1999, El Herralde por su novela El testigo en 2004 y el Antonin Artaud en 2008 por Los culpables.
• Algunos de sus libros son: Tiempo transcurrido, La noche navegable, El disparo de argón, La alcoba dormida, La casa pierde, Los once de la tribu, Efectos personales, Materia dispuesta, Las golosinas secretas, El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica, Dios es redondo, Safari accidental.

lunes, 21 de abril de 2008

Bitácora 21 de abril 2008


De eso se trata ser bloguero, ¿no? De escribir lo que a uno le pasa casi en tiempo real. Si es que el tiempo real tiene la posibilidad de presentarse con aproximaciones como "casi", "muy" y "demasiado". Ahora mismo estoy en el aeropuerto saliendo en un vuelo rumbo a París. Voy por trabajo y me estresa que dejo procesos abiertos en Caracas antes de salir. Sin embargo, la idea de volver a París sigue resultando mágica como la primera vez que fui en 2001. Esa vez tomé un autobús desde Munich y luego de un viaje tortuoso de nueve horas llegué a las cinco de la mañana a la Ciudad Luz. Ahora mismo recuerdo ese momento de manera muy intensa. Luego fui por segunda vez este mes de febrero con Rocío. La tercera el mes pasado (por trabajo) y ahora repito por trabajo. A pesar de repetir tanto la palabra trabajo, sigue presentándose la capital francesa en el recuerdo y en el pensamiento como una emoción que no admite descripción posible.

Estoy en una feria de comida muy americana. No obstante, la comida ya no me sabe igual que ayer. Ya se mezcla con la expectativa de lo que sucederá en las próximas horas, tal vez minutos. Uno nunca sabe, cita un lugar común ineludible.

Como cualquier personaje angustiado y angustiante de Vila-Matas reflexioné meticulosamente sobre qué libros podían acompañarme en esta breve travesía (regreso el domingo próximo) y opté por Bolaño, por supuesto. Acabo de terminar Doctor Pasavento del mismo Vila-Matas y no me quedaba otra opción (aunque hay tantos y tantos textos esperando) por lo que se asomaron a gritos dos libros de relatos de Roberto Bolaño: Llamadas Telefónicas y Putas Asesinas. Sí, está bien, admito que no las he leído. Bueno, he repasado algunos cuentos por separado pero esta vez quiero leerlos con meticulosidad. Anotar los detalles. Rayarlos. Disecarlos.

Ojalá tenga tiempo para todo, además de estresarme.

Intentaré seguir escribiendo "casi" en tiempo real...

domingo, 20 de abril de 2008

Bolaño inédito en libro crítico


Fastidioso como estoy con el tema de Roberto Bolaño, me acabo de topar en Internet con esta noticia, la cual quise compartir con todas y todos (que no leen este blog). Recién se ha publicado un libro crítico sobre la obra de Bolaño (¡Con documental en DVD incluido!), con el cual han surgido nuevos textos inéditos del autor de "Detectives Salvajes". La pregunta obligada: ¿Lo tendremos algún día en nuestras librerías?

Tomado de http://actualidad.terra.es/

Varias obras inéditas del malogrado escritor chileno Roberto Bolaño han aflorado con el libro 'Bolaño salvaje', la primera antología crítica de su obra en la que han colaborado escritores amigos, familiares y académicos de Europa y América.

El profesor de literatura boliviano Edmundo Paz Soldán, uno de los dos coordinadores de la antología, ha dicho a Efe que el libro, resultado de tres años de trabajos y encargos, no pretende ser sólo un libro para un lector académico o especialista, y por esta razón se han incluido trabajos periodísticos o colaboraciones de 'íntimos' de Bolaño, como Ignacio Echevarría, Juan Villoro o Rodrigo Fresán.

El libro, editado por Candaya, incluye asimismo el documental en DVD también inédito 'Bolaño cercano', del director holandés Erik Haasnoot, en el que aparecen la familia y los amigos más íntimos del escritor chileno, los cuales conversan sobre su vida y desvelan algunas claves de su escritura.

Entre esos testimonios figuran los escritores Antoni García Porta, Enrique Vila-Matas, Juan Villoro, así como su viuda Carolina López, quien ha revelado la existencia de una novela inédita que Bolaño habría dejado sin acabar, 'Los sinsabores de la verdadera policía', entre cuyos personajes aparece el escritor Archimboldi, eje temático de '2666'.

Además de esta especie de prefiguración de '2666', el libro-DVD ha propiciado otro alumbramiento inédito, un poema que Bolaño dedicó a su amigo Vila-Matas, asegura a Efe Haasnoot.

Los veinticinco ensayos recopilados, la mitad de ellos nunca publicados, se ocupan de diferentes aspectos de la obra de Bolaño, 'un autor -dice Paz Soldán- que era iconoclasta simplemente por el hecho de serlo, que creó un espacio para la recepción de su obra e incluso formuló un canon literario paralelo'.

Ese canon fue pionero, hasta el punto de que, como recuerda el antólogo, 'muchos de los autores que hoy leemos fueron reivindicados en su momento por Bolaño'.

Bolaño fue, de hecho, un eslabón entre los escritores del 'boom' latinoamericano, especialmente Julio Cortázar y Vargas Llosa, y una 'literatura periférica' de la que formaban parte Rodolfo Wilcock, el poeta Leónidas Lamborghini, Horacio Castellanos Moya o Alan Pauls antes de que publicaran en España.

En relación a esa función de puente entre ambas generaciones, Jorge Volpi ha dicho en declaraciones a Efe que Bolaño es seguramente 'el último escritor latinoamericano', porque 'era consciente de toda la tradición, dialogaba con los autores latinoamericanos desde principios del siglo XX hasta el 'boom', algo que ya no ocurre'.

Volpi subraya que las cuatro 'obras maestras' de Bolaño, 'Los detectives salvajes', 'Estrella distante', 'Nocturno de Chile' y '2666' se han convertido en un lapso de tiempo breve en 'novelas de culto, sobre todo para las generaciones menores de cuarenta años, algo parecido a lo que sucedió con la generación anterior a la nuestra en relación a 'Rayuela' de Cortázar'.

Los mayores, repone Volpi, sienten indiferencia hacia Bolaño, e incluso hostilidad.

Edmundo Paz destaca que 'habría sido interesante ver hoy a un Bolaño ya consagrado enfrentado a su propia contradicción: crítico con un mundo literario, pero a la vez ganador de grandes premios y publicando en las editoriales más importantes'.

Al examinar su legado, Paz cree que tras su desaparición ha quedado 'una reivindicación casi romántica de la figura del escritor marginado, a la vez que la exploración de una idea perversa en Latinoamérica, la fascinación que siempre han tenido los escritores por el poder'.

(http://actualidad.terra.es/cultura/articulo/varios_bolano_ineditos_afloran_libro_2412441.htm)

lunes, 14 de abril de 2008

Un tributo a Bolaño en Blip.tv

No sólo existe youtube.com. Hay otros que también brindan sorpresas. Este me regaló un tributo hecho a Roberto Bolaño con textos de Perros Románticos...

jueves, 20 de marzo de 2008

Roberto Bolaño dejó algunos consejos para hacer cuentos


Esto lo escribió Roberto Bolaño para el Diario «El País» de Uruguay en noviembre de 2001 y luego fue editado en su libro de artículos, ensayos y discursos Entre paréntesis (Anagrama, 2005).

Como ya tengo 44 años, voy a dar algunos consejos sobre el arte de escribir cuentos...

1) Nunca abordes los cuentos de uno en uno, honestamente, uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte.

2) Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si te ves con energía suficiente, escríbelos de nueve en nueve o de quince en quince.

3) Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, pero lleva en su interior el mismo juego sucio y pegajoso de los espejos amantes.

4) Hay que leer a Quiroga, a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo, a Monterroso, a García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral.

5) Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura.

6) Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así.

7) Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡Deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautíer, ni de Nerval!

8) Bueno: lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de éste pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges.

9) La verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra.

10) Piensen en el punto número nueve. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas.

11) Libros y autores altamente recomendables: De lo Sublime del Seudo Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; La antología de Spoon River de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares de Vila-Matas.

12) Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo.

lunes, 10 de marzo de 2008

¿Por qué escribe Vila-Matas?

La lectura febril del último libro de Enrique Vila-Matas, "Exploradores del abismo" (Anagrama, 2007), hizo que me tropezara felizmente con este video en youtube.com, en el que el escritor español explica porqué escribe...



Nota: "Exploradores del abismo" constituye el regreso de Vila-Matas al cuento, por lo que luego de la lectura se hace imprescindible un post especial sobre el texto...

jueves, 6 de marzo de 2008

Diálogos 6-3-2008


-¿Dónde está la poesía?

-¡Ja! Esa es una tonta pregunta de canción de amor. De ésas pop de los 80.

-Repito: ¿Dónde está la poesía?

-Ah, ¿es un reto?

-Tómalo como quieras.

-Bueno, ¿qué te parece esto? Para mí la poesía está donde menos te lo esperas.

-¿Cómo es eso?

-En el aliento enfermo de una anciana, en la mugre acumulada en la cara de un niño de la calle, en el llanto callado de alguien que rechaza una muerte inminente, en el temblor de una mano inquieta por tomar algo que desconoce, en la oscuridad de la habitación de una niña temerosa, en el rimel regado en la mejilla de una prostituta, en la suciedad de un piso de hospital maloliente, en la sorpresa de quien se sabe descubierto, en el silencio de un instrumento musical que ya su dueño no toca, en las páginas de un libro que nadie leerá jamás, en el resplandor de un botella de licor que yace vacía en el piso, en estas palabras (para algunos estúpidas) que no llegarán a ninguna parte y que, luego de despedirnos, ambos olvidaremos, porque hay que tomar un taxi, pagar el alquiler, comprar un kilo de carne molida, pelear con la conserje, simular un saludo cordial o, peor aún, disfrazar nuestro llanto eterno con una carcajada.

-Maldito.

miércoles, 5 de marzo de 2008

"Estrella Distante" de Roberto Bolaño y Venezuela 2008: Pura Casualidad

Como siempre, bendigo que exista Internet para que los amantes de la literatura podamos armanos de instrumentos de navegación (las ganas y el insomnio sobre todo) y logremos sumergirnos en un océano que no termina de sorprendernos.

De madrugada, cuando la vigilia vence al sueño (¿será un lugar común?) me he topado con este interesante documento. Buscaba, como siempre todas estas noches, rastros de Roberto Bolaño.

Fotos, cuentos, poemas, comentarios, estaban anotados como tareas en mi libreta para ser cumplidas. Nunca se me ocurrió encontrar un microdocumental que me enseñara la relación que puede existir entre la literatura, Roberto Bolaño, los golpes de Estado en América Latina, el esquema neoliberal de liberación de precios y el engaño que se le hace (y se le hizo en Chile) a un pueblo con falsas promesas que terminan siendo una total desgracia.

La primera medida económica de la dictadura de Pinocho, luego del derrocamiento de Allende, fue la liberación de precios; algo que entusiasma bastante a algunos aquí en Venezuela, hoy en 2008. Y con la satánica finalidad de presionar para que se tome esa terrible medida de corte puramente neoliberal, han desplegado una serie de estrategias como el acaparamiento, la escasez y la especulación, tratando de aprovechar además la culpabilidad que se le atañe al gobierno por esta situación.

Fíjense entonces la relación: acaparamiento-escasez-especulación-golpe de Estado-liberación de precios-represión-muerte...

Pero, bueno. Dejemos que sea este micro lo que nos enseñe la lección...



Nota: El libro Estrella Distante está publicado por Anagrama. Aún se consiguen algunos ejemplares en VDL Books, aunque encontrar un libro de Bolaño en Venezuela es más difícil que no sé... Dígalo usted... Ah, pero gracias a Monte Ávila Editores se puede comprar por casi nada Detectives Salvajes... Corra que se acaban...

martes, 4 de marzo de 2008

Seminario de Análisis del Discurso en la UCV


El próximo semestre (2008-I), en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV), dictaré el seminario que antes impartía la profesora Dulce Yumar. Se trata de Introducción a los Estudios del Discurso.

La asignatura será los días lunes a las 5:15 pm hasta a las 7:40 pm. por ser modalidad seminario (tres horas académicas).

Podrán inscribirse los estudiantes regulares de la ECS-UCV, así como todos las alumnas y los alumnos interesados que formen parte de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV. Esto último, gracias al Programa de Cooperación Interfacultades (PCI).

La asignatura estará orientada al diseño de una investigación conducente a tesis de grado.

El estudiante deberá llevar el primer día una idea clara sobre un tema general, área de conocimiento o asunto mediático o noticioso que crea estar seguro que puede tratarse desde la perspectiva del Análisis del Discurso.

Los seminarios están diseñados para que sean aceptados únicamente 15 participantes, por lo que he solicitado a la Coordinación Académica de la Escuela la ampliación de la base de alumnas y alumnos a 20 que es lo máximo permitido. Sin embargo, para los que tengan problemas de choque de horarios o cosas por el estilo podemos llegar a un acuerdo.

También he estimado aceptar oyentes, quienes podrán participar en clases pero sus anteproyectos no podré leer a menos que los presenten (posterior a la materia) como su anteproyecto de tesis.

Intentaré por todos los medios traer invitados y diseñar ponencias multimedia.

La bibliografía ya está lista (se la envío a los interesados), así como el programa de la materia.

domingo, 2 de marzo de 2008

¿Desde cuándo no nos tomamos un café?


¿Desde cuándo no nos tomamos un café? Esta pregunta se la hice a un colega profesor y mientras él buscaba en su interior la última vez que apresurados nos tomamos un "con leche" antes de entrar a clases o salir corriendo a otra cosa, le dije: "No, Carlos, nunca nos hemos tomado un café. Una que otra vez hemos tomado juntos ese líquido milenario, pero no nos hemos sentado nunca a hablar, a conversar, con la calma y el sosiego que requiere tomarse un café. Siempre estamos apurados, siempre nos están esperando en algún sitio, estamos llegando tarde, no conseguiremos puesto de estacionamiento o nos cerrarán no sé que sitio y no podremos hacer lo que íbamos a hacer. Mi pana, jamás me he tomado un café contigo".

Esto suena a esquizofrenia urbana pero es verdad. Y más que verdadero, cierto, es patético. Sobre todo porque conozco a Carlos desde hace casi diez años, es un tipo que admiro y con quien estoy seguro que tengo tantas cosas de qué hablar como angustias intelectuales cunden en mi vida.

Y como Carlos, pienso en tantas amistades que por mi mismísima culpa y por la vertiginosidad de la vida cotidiana de esta ciudad, no comparto con ellos un café.

A estas alturas debo confesar que no me gusta el café. Pero el avezado no racional debe haber captado desde la primera línea que no se trata del café. Se trata del ritual del diálogo. Me refiero al zambullirse sin reservas en una conversa sin la incertidumbre permamente que provoca el pensar que en otro sitio algo o alguien requiere de ti, de tus huesos, de tus palabras.

Tomar café con un pana, con una persona agradable, a quien le debes tanto verbo como amistad, me lleva a otras preguntas: ¿Desde cuando no caminas por la ciudad? ¿No te acercas a ver detenidamente el polvo entre las ranuras de la acera, los carteles de las paredes, los avisos inimaginables que cuelgan en los postes? ¿Desde cuando no redescubres una calle que cruzaste cuando niño?

El carro, el vehículo, el automóvil, las "cuatro ruedas", nos han alejado de la ciudad y, lo peor, tal vez la ciudad se ha olvidado de nosotros y ni siquiera nos hemos dado cuenta de tamaña desgracia.

Por esta razón, he tomado desde hace unas semanas una decisión trascendental: no manejo. He dejado el carro para diligencias inevitables y para los fines de semana. He redescubierto el Metro y el placer de esperar el Metrobús. Me percaté también de cuán cerca está la parada de transporte de mi casa y cuántos minutos tardo caminando de un punto a otro. Además de la ganancia evidente en el ejercicio físico, el rédito más celebrado es la lectura. He vuelto a experimentar la sensación de leer en el Metro; algo que había olvidado pero que de alguna forma aún vivía en mí y que esperaba una resurrección, una vuelta. He maldecido las horas que he pasado en colas infernales, las veces que me he amargado por no encontrar puesto de estacionamiento, sin contar los choques, los sustos y otros desesperos. Me ha dado muchísimo gusto sorprenderme dos paradas después de la mía gracias a un pasaje hipnótico de un cuento de Murakami que no podía suspenderse. Y he respirado satisfecho la culminación de una página en medio de una muchedumbre que, como yo, espera o se traslada.

En fin, he vuelto. He resuelto tomar café, caminar por Caracas, tomar el Metro y leer, leer mucho. Ojalá que esta resolución dure tanto como la felicidad que experimento cada día desde hace un par de semanas.

Eso espero.