(En julio de 2013, como
estudiante del Doctorado de Filosofía Iberoamericana de la UCA-El
Salvador participé en un curso llamado “Filosofía de José Martí”, dictado por la excelente compañera, académica y reconocida investigadora Magda Arias, entonces cónsul de Cuba en el país centroamericano. Como trabajo final escribí este ensayo con mucha emocióny hoy lo divulgo con motivo del 163º Aniversario de su Natalicio. San Salvador, enero de 2016)
“A mis horas
soy místico, y a mis horas estoico”
(José Martí)
Como
todo intelectual de altísima talla, José Martí es un cúmulo de diversas corrientes,
influjos y fuentes. No es extraño que todas estas características mencionadas
rápidamente suenen en nuestra mente a líquido, agua, torrente, ríos y mares. Y
es porque en el pensamiento del prócer cubano sus influencias intelectuales son
múltiples y confluyen como varios manantiales que convergen en un mismo caudal.
Sin duda, un raudoso e imponente caudal que, en el caso de este insigne
nuestroamericano, cobró tal fuerza en sus escasos 42 años de vida, que con sus innumerables
libros, poemas, cartas, manifiestos, proclamas, epístolas, crónicas, artículos
periodísticos, anotaciones, entre otros textos, convirtió su legado en un río
torrencial, casi indomable, que sigue bañando las orillas de devenir
intelectual del mundo hispanoamericano y, porqué no, del planeta entero.
Hay
cierto consenso en que es muy difícil, por no decir imposible, determinar una
única influencia filosófica en el desarrollo temprano y maduro del pensamiento
de José Martí. Eclepticismo, variedad, multiplicidad, integralidad, incluso una
filosofía de relación, esto último como puede palparse en sus “Apuntes y
fragmentos sobre Filosofía”, son rasgos que describen la influencia múltiple
que surte la propuesta del “Martí temprano”. Sin embargo, desde un somero
análisis, es posible determinar una tensión entre dos influencias que marcarán
no sólo al joven Martí de Yugo y Estrella
y El presidio político en Cuba, así
como los apuntes para sus clases de filosofía en Guatemala ya mencionados, sino
también al “Martí maduro”, consciente de cuál era su proyecto vital de
emancipación americana y de la construcción de una ética para nuestra región.
Este
brevísimo ensayo es una aproximación a esos dos polos en tensión o, quién sabe,
en permanente diálogo, que marcan las coordenadas que se registran con más
continuidad en el pensamiento de José Martí: el misticismo y el estoicismo.