Este fue también un trabajo breve para el curso Filosofía Medieval, cursada en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de El Salvador con el profesor Antonio García Espada
I. Datos
importantes
Si en algo
coinciden los manuales de filosofía al referirse a Boecio (Anicius Manlius Severinus Böethius, en latín) es en ubicarlo como
un hito en la historia de las ideas. El último romano, el último pensador de la
antigüedad, fundador de la Escolástica, primer pensador del medioevo, son
algunos títulos que muestran la importancia de Boecio y, sobre todo, su
característica especialísima de ser un parteaguas entre el pensamiento antiguo
y el pensamiento medieval. Incluso, en los inicios de la era moderna, aún
retumba la fuerza de las ideas de este personaje.
La vida de
Boecio, aunque corta, es rica en sucesos y vericuetos. Nacido en Roma alrededor
de 480, se conoce que muy joven viajó a Atenas, donde aprendió la cultura y la
lengua griega. Al regresar se casó con una hija de Símmaco, político y orador
romano, famoso por su confrontación con San Ambrosio, lo que significó el
ingreso de Boecio a la política. Fue nombrado cónsul en Rávena en 510 por
Teodorico, quien fue rey de los ostrogodos de 474 al 526 y de quien Boecio
escribió un panegírico.
Sin embargo,
Teodorico debido a sus constantes enfrentamientos con el Papado y con el
imperio Bizantino, optó por enfrentarse definitivamente con el Cristianismo y
acusó a Boecio de alta traición, lo encarceló y un año después, en 525, ordenó
su ejecución. Reale y Antíseri (2010) señalan que Boecio fue acusado de
traición por el refrendiarus
Cipriano, quien era exponente del denominado partido filo-gótico, y la
ejecución fue consumada en el invierno de 524.